La escena se ambienta en el atrio del palacio de Constantino. Santa Elena, su madre, acompañada de dos damas, dirige la atención de su hijo hacia la refulgente señal aparecida en el cielo; frente a ella, arrodillada e implorante, otra mujer símbolo de la Iglesia. Sobre un blanco corcel en corveta Constantino, ataviado de militar y coronado de laurel, vuelve su rostro hacia la señal. Es el momento de la conversión de Constantino, su reconocimiento público de la Iglesia, el prólogo de nueva etapa histórica: la paz constantiniana.
La escena se ambienta en el atrio del palacio de Constantino. Santa Elena, su madre, acompañada de dos damas, dirige la atención de su hijo hacia la refulgente señal aparecida en el cielo; frente a ella, arrodillada e implorante, otra mujer símbolo de la Iglesia. Sobre un blanco corcel en corveta Constantino, ataviado de militar y coronado de laurel, vuelve su rostro hacia la señal. Es el momento de la conversión de Constantino, su reconocimiento público de la Iglesia, el prólogo de nueva etapa histórica: la paz constantiniana.