Ornamentos



PREÁMBULO

En las celebraciones litúrgicas los oficiantes se revisten en la actualidad con atuendos especiales. Esta práctica cultual se remonta al Antiguo Testamento. En el libro del Eclesiástico escrito hacia el año 180 a.C. —«Libro de Ben Sirac», «Instrucciones de Ben Sirac», «Sirácida»— alabando a los antepasados (capítulos 44-50), se elogia al sacerdote Simón con estos términos: Cuando, al subir al santo altar, se ponía su vestidura de gala y vestía sus elegantes ornamentos, llenaba de gloria el recinto del santuario (50,11).

Una larga evolución histórica

Sin embargo, durante los primeros siglos del cristianismo sus ministros no parece que significaran su condición eclesiástica con vestidos diferentes, ni dentro ni fuera del culto. En todo caso desempeñaban su función litúrgica con vestidos normales de fiesta, las largas y amplias túnicas grecorromanas. En el siglo V, el papa san Celestino (422-432), en carta a varios obispos galos, se queja de que algunos sacerdotes adoptan vestidos especiales; ¿por que introducir distinciones en el hábito, si ha sido tradición que no?: Nos tenemos que distinguir de los demás por la docrina, no por el vestido; por la conducta, no por el hábito; por la pureza de mente, no por los aderezos exteriores.

Sacralización de las vestiduras

Como consecuencia de una paulatina evolución, a partir del siglo IX se sacraliza el tema de las vestiduras sagradas, se les atribuye un sentido alegórico y el sacerdote, incluso, recita unas oraciones mientras se va revistiendo. En resumen: Los actuales vestidos litúrgicos son herencia de los trajes habituales del imperio romano de los tres primeros siglos del cristianismo; cuando en la vida profana el traje civil se fue acortando se prefirió continuar en el ámbito cultual con la túnica clásica.

Sentido de los orgamentos sagrados

El actual Misal romano, en su introducción, explica porqué se revisten los ministros para las celebraciones litúrgicas: En la Iglesia, que es el Cuerpo de Cristo, no todos los miembros desempeñan un mismo oficio. Esta diversidad de ministerios se manifiesta en el desarrollo del sagrado culto por la diversidad de las vestiduras sagradas que, por consiguiente, deben constituir un distintivo propio del oficio que desempeña cada ministro.

Además de este papel diferenciador en razón de la función u oficio, los ornamentos sagrados invitan a romper el cotidiano ritmo de la vida habitual y rutinaria; en efecto, la Palabra proclamada en la liturgia es distinta de las palabras cotidianas; la comida eucarística es mucho más que una comida familiar o de hermandad.