San Blas


Es la cuarta capilla de la girola entrando por el lado del evangelio (muro norte). Junto con las capillas del Cristo de las Penas y de san Sebastián —ambas en la misma girola, las tres con testero poligonal y sin óculo superior— son los espacios más reducidos de la nave absidal, resultando, por ello, un tanto estrechas.

El alhajamiento de este recinto —construcción del retablo en 1738 y dorado del mismo en 1750— se debe a la capilla de música del tempo metropolitano. El racionero maestro de capilla elevaba memorial al cabildo, en mayo de 1738, comunicándole que ya disponía de los recursos ecoómicos suficientes para emprender la construcción del retablo. En la actualidad esta capilla carece de cepillo para limosnas; tampoco queda constancia de concesión de indulgencias.

ARQUITECTURA DEL RETABLO

Corresponde al modelo barroco del setecientos solucionando aceptablemente la escasez de espacio. Una sola calle —airosos estípites desde el banco hasta el ático— con hornacina central para el titular y ático igualmente con hornacina más pequeña; ambas de colmena. El banco —con sagrario en el centro de muy sencilla factura— se amplía a los paramentos laterales dando soporte a dos cuadros profusamente enmarcados. En conjunto, la capilla tenía una presencia vistosa y gran eficacia para fomentar la piedad y el fervor religiosos.

ICONOGRAFÍA DEL RETABLO

A excepción de una referencia a la Sagrada familia con san Juan, se veneran cinco santos: San Blas con el Niño, San Onofre, San Jerónimo, Santa Teresa de Jesús, San Francisco de Asís. En primer lugar, el titular de la capilla, obispo y mártir: San Blas, escultura, al parecer, del círculo de Alonso de Mena (1587-1646). Fue obispo de Sebaste, en Armenia, martirizado en el 316; es el patrón de los cardadores por haber sido desgarrado su cuerpo con peines de hierro y la costumbre popular le invoca para remediar las afecciones de garganta. Está representado junto a un niño que, según la tradición, fue librado por el santo de una espina que tenía clavada en su garganta.

En lo marcos barrocos colocados sobre los paramentos laterales dos óleos sobre lienzo de Juan de Sevilla: San Onofre (†400) y San Jerónimo (h. 340/350-420), representados semidesnudos y de medio cuerpo por su condición de ascetas. Dos santos de los siglos IV-V; san Onofre fue un ermitaño egipcio que vivió en soledad; san Jerónimo, vir trilinguis, dedicó su vida al ascetismo, a la dirección de grupos cenobíticos y a la traducción al latín de las Escrituras.

En la hornacina del ático, Santa Teresa de Jesús, talla anónima policromada y, a su altura sobre los paramentos laterales, dos lienzos igualmente anónimos de La Sagrada Familia con san Juan y San Francisco de Asís (h. 1182-1226), fundador de la primera orden franciscana (1210) y, dos años después, en 1212, de la segunda de damas pobres, las clarisas, y autor del Cántico de las criaturas.

LA MEDIA REJA

Toda la rejería catedralicia presenta una gran unidad estilística; las rejas, más precisamente medias rejas, son de hierro, carecen de solera y están formadas por balaustres sencillos separados por cuatro cuadrados en los casos de las más anchas para la diferenciación de las calles. Todas estas rejas para el mayor adorno de la primorosa fábrica disponen de sus correspondientes cerrojos, cerraduras y llaves.

Como en las otras dos capillas más pequeñas de la girola, la reja de ésta se limita a cubrir la puerta de acceso con dos hojas practicables; su altura máxima es de 1,96 m cubriendo los 3,25 m de la embocadura de la capilla.