Jesús Nazareno


Desde el pie del templo —y subiendo por la nave externa del lado de la epístola, muro sur del templo— este retablo-altar, conocido al principio como el del «Triunfo de Santiago»; está antes de la portada de la capilla real y tras la capilla dedicada a la santísima Trinidad.

Este altar-retablo —de carácter netamente pasionista si nos centramos en su titular— es una gran iniciativa artística para alhajar uno de los espacios de las naves. Su fecha de construcción, entre 1722 y 1725primer cuarto del XVIII—, lo sitúa artísticamente dentro del gran esfuerzo artístico y ornamental del barroco dieciochesco. Rigen la diócesis granadina los arzobispos Francisco de Perea (1720-1722) y Felipe de los Tueros (1724-1751).

El trazado de este altar-retablo es de Marcos Fernández de la Raya; comienza su talla Félix Rodríguez que, por su muerte en 1724, la continúa José Pablo Narváez. El dorado se realiza a lo largo de 1730 por Francisco Moreno. El resultado final es un lugar de culto donde lo pictórico predomina sobre la arquitectura y talla retablísticas.

ARQUITECTURA DEL ALTAR-RETABLO

Trata de resolver el tracista el problema del acoplamiento de nueve lienzos de formato muy diverso en una estructura poco prominente, prácticamente plana, dado el escaso fondo disponible. Plantea el mismo problema arquitectónico del vecino altar-retablo de El triunfo Santiago.

Este propósito inicial de organizar la presentación de un número tan elevado de lienzos es solucionado por el tracista Fernández de la Raya resaltando el centro devocional del retablo —su titular: Jesús Nazareno camino del Calvario o Encuentro de Jesús y María camino del Calvario— y prestando mayor atención a lo ornamental en detrimento de las líneas arquitectónicas; el pequeño décimo lienzo con la cabeza de San Pedro se encuadró posteriormente en 1736.

En conjunto, el retablo —con tendencia a la verticalidad a través del ritmo ascendente de sus cornisas y molduraciones— sugiere una doble cadencia: en las calles laterales el sentido vertical de los lienzos y en la central, de mayor anchura, un doble acento apaisado —horizontalidad— para rematar en la verticalidad. Tratando de resaltar el centro devocional del altar-retablo, el lienzo de Jesús Nazareno está enmarcado en un doselete sostenido por estípites.

El ático equivalente en altura al cuerpo, está circundado por una línea sinuosa que arranca de dos volutones y continúa con una hilera de guirnaldas. Dos jarrones de azucenas rematan las calles laterales. Toda la talla de este retablo es de gran calidad y cada uno de sus motivos posee una altísima riqueza expresiva.

PROGRAMA ICONOGRÁFICO

Los diez lienzos y la escultura de este altar-retablo presentan varios temas: redentor, mariano, neotestamentario, patrístico, santos medievales. Ante todo, el tema redentor tratado en el lienzo central donde se narra el Encuentro de Jesucristo con su Madre camino del Calvario o La vía dolorosa; se discute su autoría —es un óleo muy repintado— no faltando quienes lo atribuyen a Alonso Cano; a este mismo tema pertenecen el busto del Ecce Homo (colocado en una urna en el lateral derecho y atribuido a los hermanos García) y el cuadro de El Salvador en actitud de bendecir (óleo sobre lienzo ¿de Alonso Cano?).

El tema mariano está recogido en un solo óleo sobre lienzo atribuido a Alonso Cano: aparece María representada en actitud orante. Estos dos temas iconográficos —redentor y mariano —se completan con siete lienzos dedicados a protagonistas neotestamentarios, patrísticos y medievales.

Tres lienzos —San Pedro arrepentido, El martirio de san Bartolomé, Santa María Magdalena, penitente en el desierto— recogen personajes neotestamentarios.

De los tres lienzos recién citados cabe destacar la autoría de los dos últimos: El martirio de san Bartolomé y Santa María Magdalena, penitente en el desierto. Gracias a su reciente restauración, finalizada en el 2009, se atribuyen, sin duda alguna, al pintor valenciano José Ribera, (Il Spagnoletto; Játiva 1951- Nápoles 1652). El lienzo de San Pedro arrepentido es una copia de Ribera.

Otros dos lienzos son de carácter patrístico: San Agustín —de medio cuerpo, mitra episcopal y pluma en su mano derecha—y San Jerónimo penitente; son dos de los cuatro grandes padres de Occidente, presentes, además, en otros lugares del templo, particularmente en la gran serie de catorce lienzos de la capilla mayor, obra de dos discípulos de Alonso Cano: Pedro Atanasio Bocanegra (1638-1689) y Juan de Sevilla (1643-1695).

Concluye la iconografía de esta altar-retablo con otros dos lienzos de santos medievales: Un fundador —San Francisco de Asís en éxtasis, copia de El Greco (1541 o 1542-1614)— y La aparición del Niño Jesús a san Antonio de Padua, Doctor Evangélico, obra que en la restauración finalizada en el 2009 se atribuye a Ribera.

LA MEDIA REJA

Toda la rejería catedralicia presenta una gran unidad estilística; las rejas, más precisamente medias rejas, son de hierro, carecen de solera y están formadas por balaustres sencillos separados por cuatro cuadrados en los casos de las más anchas para la diferenciación de las calles. Todas estas rejas para el mayor adorno de la primorosa fábrica dispone de sus correspondientes cerrojos, cerraduras y llaves. Este altar-retablo, como el vecino de El triunfo de Santiago, está cerrado y protegido por una media reja de cinco calles; altura máxima 1,96 m y 10,18 m de largo.