Triunfo de Santiago


Este altar-retablo, último de la girola de la parte de la epístola, se encuentra entre las portadas de la capilla real y de la sacristía. Es la primera de las tres grandes máquinas barrocas del templo realizadas en el primer cuarto del siglo XVIII; las otras dos son el retablo de la Virgen de la Antigua (entre 1706 y 1708) y el de Jesús Nazareno (de 1722 a 1725).

Este retablo —conocido en la documentación capitular como Triunfo de Santiago— fue realizado entre 1707-1708 por Francisco Hurtado Izquierdo (1669-1725), su primera gran obra en Granada y, también, la primera en el uso del estípite. Fue dorado entre 1712-1713.

La talla del retablo fue realizada por el ensamblador Juan de la Torre (fl. 1707) y su dorado es obra del pintor y estofador alcalaíno–granadino Pedro Romero.

PROPÓSITO ARQUITECTÓNICO

Hurtado Izquierdo logra integrar de manera coherente expresiones escultóricas y pictóricas ambientadas en una decoración donde combina lo vegetal con lo geométrico, lo orgánico con lo abstracto. Visto en su conjunto —colocándonos lo más alejados posible— se percibe un interesante claroscuro que contribuye, junto a los rasgos formales, a privilegiar la contemplación iconográfica.

El banco, ajustado al escaso espacio, presenta mensulones de hojarasca con un ritmo que preludia el dinamismo de las líneas y la riqueza de perfiles gracias a los medios estípites.

La calle central, algo más de la suma de las dos laterales, acoge las dos esculturas principales separadas por dorado pabellón.

Comienzan las calles laterales con las imágenes de los obispos ligeramente peraltadas sobre respaldos donde pictóricamente se fingen medios puntos y terminan con paramentos resaltados para las pinturas ovales.

Remata el retablo la cornisa de quebrado perfil y ritmo cambiante. En resumen, una tensión vertical del conjunto de ritmo tetrástilo y cuerpo único.

PROGRAMA ICONOGRÁFICO

El discurso simbólico de este retablo-retablo —dedicado al patrón de España, Santiago el Mayor, Santiago el de Zebedeo, hermano de Juan (Mt 4,14-22; Mc 1,16-20; Lc 5,1-11)— corrobora tres de los temas generadores, y a la par mensajes —culturales y religiosos—, del conjunto catedralicio: La declaración del triunfo de la fe, el anuncio del perdón y el carácter bimilenario de la Iglesia en Granada.

La monumental escultura ecuestre de Santiago Apóstol es obra del escultor granadino Alonso de Mena (1587-1646); su representación como caballero de la época —apóstol y peregrino— apunta al tema del triunfo de la fe subrayado por la doble presencia de María, escultura de La Inmaculada, victoriosa sobre el pecado, que reproduce el muy difundido modelo canesco y el cuadro anónimo de la Virgen del Pòpolo, madre de Jesús y de los cristianos.

La talla de la Inmaculada es atribuida por algunos a José Risueño; se trata, al parecer, de una talla de autor anónimo restaurada, tras el encargo del cabildo catedralicio, por Diego de Mora (1658-1729) que concluye su intervención sobre la misma en enero de 1707.

El óleo de la Virgen de los Perdones —relacionado iconográficamente con las vírgenes del Pòpolo— fue regalado a la reina Isabel por el papa Inocencio VIII (1432-1492) y, al parecer, formó parte del altar portátil de los Reyes católicos. Con este pequeño cuadrito reaparece el tema del perdón.

Un tercer tema —carácter bimilenario de la Iglesia en Granada— presente en la catedral granadina es el de su historia cristiana anterior a la dominación musulmana. Así se manifiesta con las tallas de San Cecilio (José de Mora, 1642-1724) y de San Gregorio Bético (Diego de Mora, 1658-1729). Esta historia cristiana continúa con un obispo jienense —San Pedro Nicolás Pascual, mártir en Granada en 1301 durante el reinado de Mohamed II— y, en la restaurada comunidad cristiana, otro obispo apóstol de la caridad: Santo Tomás de Villanueva (1486-1555). Estos dos últimos santos son lienzos en marcos ovalados pintados por Risueño.

LA MEDIA REJA

Toda la rejería catedralicia presenta gran unidad estilística; las rejas, más precisamente medias rejas, son de hierro, carecen de solera y están formadas por balaustres sencillos separados por cuatro cuadrados en los casos de las más anchas para la diferenciación de las calles. Todas estas rejas para el mayor adorno de la primorosa fábrica dispone de sus correspondientes cerrojos, cerraduras y llaves.

El largo de la media reja de este altar-retablo es de 10,68 m y su altura máxima 1,94 m con las habituales cinco calles y un solo cuerpo de las capillas más grandes. Las dos calles laterales y las dos intermedias encajan sobre el suelo mediante un pequeño alzado de obra.

LAUDE DEL ARZOBISPO AZCARGORTA

Al pie del altar está enterrado el mecenas de esta capilla: Martín de Ascargorta (1639-1719), generoso arzobispo de la diócesis de Granada, que la pastoreó desde 1693 hasta 1719; le recuerdan una loseta blanca con sencilla cruz episcopal en gris, colocada en el 2003 sobre el pavimento de la nave y la laude marmórea —redactada en latín— adosada a la pilastra del lateral derecho de la capilla, bajo el escudo en piedra de los Reyes Católicos. En ella se le recuerda, entre otros hechos, por: Dio a los necesitados sus haberes todos, aun los no percibidos escrito.

Martín de Ascargorta es, sin duda, figura fundamental en el desarrollo —iconológico e institucional— del templo. Modesto y humilde, resaltan sus biógrafos su gran liberalidad. Y la Catedral fue centro de su generosidad hasta tal punto que justamente puede reconocérsele como el prelado que más se desvivió por adornar esta iglesia (Gómez Moreno). Bajo su episcopado, en efecto, se concluyen las obras de la fábrica catedralicia en diciembre de 1704.