La Planta Catedralicia

La Catedral de Granada es uno de los monumentos más importantes del Siglo de Oro y el primer intento de un arquitecto español de diseñar una catedral de estilo renacentista. (E.E. Rosenthal)

Entre 1520 y 1530 los moradores en Granada comienzan a conocer el nuevo estilo arquitectónico a lo romano. Jacobo Florentino (el Indaco, 1476-1526) inicia y Diego de Siloe (1495-1563) continúa el templo funerario de san Jerónimo, destinado para el enterramiento de Gonzalo Fernández de Córdoba, el Gran Capitán (1453-1515). En el año 1528 empieza a gestarse y concretarse el programa catedralicio —arquitectónico e iconológico— gracias al proyecto común entre Diego de Siloe y el cuarto arzobispo de Granada, fray Pedro Ramiro de Alba (1526-1528), quien, siendo muy niño, entra al servicio de Fray Hernando de Talavera acompañándole a Granada; como él fue miembro de la orden jerónima y prior del monasterio granadino de san Jerónimo durante quince años a partir de 1512.

Antecedentes arquitectónicos

Los antecedentes arquitectónicos de la Catedral granadina pueden remontarse hasta los templos funerarios paleocristianos; en tales templos se armonizaban una forma central y una basílica. El programa siloesco —que, además, hace coincidir el centro fsico con el centro espiritual del templo— se encuentra únicamente en el ejemplo mejor conocido del tipo compuesto: la iglesia del Santo Sepulcro de Jerusalén; hay numerosas analogías entre este templo y el templo catedralicio granadino. La planta del Santo Sepulcro unía anástasis y cuerpo de cinco naves, planta central más planta basilical. Esta combinación se conoció como iglesia compuesta o tumba, pues era frecuente añadir una basílica a una estructura funeraria o commemorativa popular de carácter central. Esta forma compuesta bien pudo ser transmitida a través de las descripciones y relatos orales de los peregrinos y comerciantes llegando así a la Europa renacentista.

Cabecera y cuerpo basilical

Arquitectónicamente, la planta del templo catedralicio trazada por Siloe está conformada por la cabecera —capilla mayor circular rodeada por una girola con capillas, puerta y altar-retablo— y por el gran cuerpo basilical de cinco naves: central, dos intermedias, dos laterales. La nave cruciforme y la cabecera en forma de rotonda —con 22,5 m de diámetro (20,8 m medía la anástasis del templo del Santo Sepulcro)— rodeada por un amplio deambulatorio son los rasgos que distinguen la Catedral granadina de la tradición europea.

La cabecera

En torno al altar mayor, presenta la cabecera un claro carácter renacentista; sin embargo, su integridad estilística y su programa iconográfico han quedado modificadas por diversas supresiones, adiciones y modificaciones posteriores. La cabecera está abierta al crucero principal por el gran arco de triunfo a través del cual admiramos las esbeltas proporciones de la rotonda; la rodea un deambulatorio o girola. En ella se suceden ocho capillas poligonales y, del lado de la epístola, siguen la salida por la puerta siloesca del Ecce Homo, el acceso a la sacristía y el altar-retablo del «Triunfo de Santiago». Entre las capillas absidales hay cinco de mayor tamaño; cuatro de ellas anexan, a la derecha, un pequeño espacio lateral disminuyendo así las dimensiones de las tres capillas absidales más pequeñas y de menor fondo que, por ello, quedan privadas de la vidriera circular superior y, por tanto, de iluminación natural desde el exterior.

El cuerpo basilical

El otro componente principal de esta planta compuesta es su cuerpo basilical; cuerpo de cinco naves claramente separado por un amplio y alto crucero de la capilla mayor, abierta a la nave principal por el arco toral. Las cinco naves tienen distinta altura: la central (34,5 m), dos intermedias y dos laterales (las cuatro de la misma altura: 26,5m); las laterales dan acceso al deambulatorio de la rotonda. Hasta el crucero las cinco naves forman una figura tendente al cuadrado. En ambos muros laterales se distribuyen varias capillas y retablos.

En el muro norte, y comenzando desde el pie de la Catedral, se suceden el museo, la capilla de la Virgen del Pilar, la puerta actualmente cegada de san Jerónimo, —en su espacio interior, primero sacristía de beneficiados y, ahora, recinto donde se exponen algunas tallas y cuadros—, las capillas de Nuestra Señora del Carmen y de Nuestra Señora de las Angustias y la puerta del Perdón. En el muro sur, e igualmente desde el pie de la Catedral, la puerta de acceso a la antigua Contaduría, la capilla de san Miguel Arcángel, la puerta de acceso al templo parroquial del Sagrario, la capilla de la santísima Trinidad, el altar-retablo de Jesús Nazareno y la portada gótica de acceso a la Capilla Real.

Los dos cruceros

En la arquitectura de la planta catedralicia es preciso subrayar la presencia de dos cruceros: el principal dand entrada a la capilla mayor y el secundario, paralelo al hastial de poniente. El crucero principal enlaza la puerta gótica de la Capilla Real con la puerta renacentista del Perdón; es un eje ceremonial que comunica el templo funerario de los Reyes Católicos dándole un segundo acceso exterior —al eje urbano que lleva al monasterio de san Jerónimo— a través del templo catedralicio. Su altura es la misma que la de la nave central. El crucero secundario une la puerta interior del Sagrario con la puerta de san Jerónimo; en el punto de intersección con la nave principal se empezó a construir —conforme al proyeco siloesco— una linterna-cúpula que, en 1702, fue derruida y sustituida por la actual bóveda nervada. Es obvio que esta linterna-cúpula contribuiría a la mayor luminosidad interior del templo.