Nuestra señora del Carmen


Desde el pie de la Catedral, es la segunda capilla de la nave del lado del evangelio (muro norte); su titular es Nuestra Señora del Carmen. Antes, estuvo dedicada a la Santa Cruz por la presencia y culto de una muy venerada reliquia del Lignum crucis.

Esta primera dedicación a la pasión de Jesús aparece tanto en la leyenda de la cartela manierista sobre la clave del arco de acceso a la capilla: Ecce crucem Domini «(He aquí la cruz del Señor») como en la inscripción ECCE LIGNUM CRUCIS («He aquí el leño de la cruz») sobre la clave del arco central del retablo. A este primer recuerdo pasionista sustituye en la actualidad la popularísima evocación mariana de la Virgen del Carmen.

Por la fecha de construcción del retablo central (1770-1773) estamos entre el barroco y el rococó, ya en el barroco tardío. Gracias al patrocinio episcopal se construyen este retablo y los de san Francisco de Borja (1510-1572) y san Luis Gonzaga (1568-1591), hoy día en los laterales de la capilla de santa Lucía, segunda de la nave absidal. Mecenas de esta nueva capilla es el arzobispo Pedro Antonio de Barroeta, rector de la iglesia granadina desde 1757 a 1775. En 1773 pinta los muros —proporcionándole al interior de la capilla un discurso estético unitario— Miguel de Aranda decorándola al estilo rocalla dorando los diversos motivos geométricos trazando dos grandes jarrones de azucenas en los arranques del intradós del arco, motivo que repite en los muros laterales.

CONTENIDO ARQUITECTÓNICO

Alhajan esta capilla de Nuestra Señora del Carmen un retablo central y, a manera de retablillos, dos marcos laterales; su talla es obra de Juan Serrano y su dorado corre a cargo de Francisco Salmerón, en 1773. En la primitiva dedicación de este conjunto litúrgico —claramente indicado en la cartela manierista exterior—, y antes de varias modificaciones y de posteriores adaptaciones, la atención de los fieles se centraba sin esfuerzo hacia el relicario central del Lignum Crucis.

En la actualidad, el retablo central arranca de un banco de mármol rojizo de perfil sinuoso; sobre él una urna con la imagen yacente de santa Casilda. En su estructura —sencilla y dinámica— un gran arco de medio punto flanqueado por pilastras sesgadas con estípites adosados con un ligero esviaje.

Las amplias superficies lisas en dorado están tratadas con efectos de picado de lustre. Grandes espejos de traza tetralobulada ascienden por las pilastras hasta el cuerpo superior de lacados. En el vano central pseudocamarín acristalado para la exposición de las tres imágenes. Tiene tres huecos; rectangulares los laterales y de medio punto el central. Sobre la imagen presidente una antigua cruz de ébano con una teca en su centro; tras ella, sobre la clave del arco, la inscripción en caracteres negros ECCE LIGNUM CRUCIS.

PROGRAMA ICONOGRÁFICO

Corresponde plenamente a la actual dedicación de la capilla; el tema generador del contenido del retablo es, efectivamente, carmelitano. Preside la imagen de la titular, Nuestra Señora del Carmen, de mayestática solemnidad, atribuida a José de Mora (1642-1724), y, a sus lados, san Elías, con poderosa cabeza de Pedro de Mena (1628-1688), y san Simón Stock, obra granadina del XVII;estlas tres imágenes son de vestir.

La tradición carmelitana considera al profeta Elías (s. IX a.C.) como fundador de la Orden y tiene en san Simón Stock (h. 1165-1265) al gran propagador de la devoción carmelitana del escapulario.

Continúa el tema carmelitano a ambos lados del retablo: Dos tallas en madera —escuela granadina del XVII— sobre sencillas peanas aguantadas en voladizo: Santa Teresa de Ávila—palma en derecha y, en su izquierda, convento— viste hábito, escapulario y capa policromados. San Juan de la Cruz está representado con crucifijo en su derecha y con su izquierda sostiene un libro cerrado; hábito y escapulario de color castaño y caoa blanca con ribetes dorados contrastan con la policromía de la talla de santa Teresa.

ICONOGRAFÍA COMPLEMENTARIA

Además del tema carmelitano, hay otros asuntos iconográficos. En el retablo y sobre el banco la escultura yacente de santa Casilda, virgen española, con rostro bellamente naturalista, del arte dieciochesco del granadino Torcuato Ruiz del Peral (1708-1773). Según la tradición fue santa Casilda († h. 1050) hija de un rey moro de Toledo y vivió como ermitaña en Burgos durante el siglo XI.

En los retablillos-altares laterales —con frontales de mármol rojizo— lienzos, pintados en 1770 por Luis Sanz Jiménez, de argumento franciscano: Aparición del Niño Jesús a san Antonio de Padua, del lado del evangelio y, enfrente, La visión de la cruz de san Pedro de Alcántara que apoyó decididamente a santa Teresa de Jesús en su reforma carmelitana.

LAS VIDRIERAS

Concluye el desarrollo iconográfico de esta capilla con las tres vidrieras superiores de medio punto: La sagrada parentela (Jesús, María, José, Juanito, Ana, Joaquín) en la central (3,47 x 1,90 m) y que completa el tema mariano; en las laterales, el Arcángel san Miguel y el Arcángel san Rafael, tema iconográfico de los enviados de Dios (2,18 x 1,01 m). Son tres vidrieras francesas del último tercio del siglo XIX que componen un notable conjunto; están desarrolladas en lenguaje rafaelesco salpicado de elementos góticos, pero ajeno siempre al arqueologismo. La Biblia conoce tres arcángeles: Gabriel, mensajero de Dios en el AT (Dn 8,15-36) y, en el NT, heraldo de los nacimientos de Juan y Jesús (Lc 1,19;26-36), Miguel, principal adversario del mal (Apoc 12,7) y Rafael enviado para curar a Tobit de su ceguera y para acompañar a su hijo Tobías (Tb 11,7-8).

LA MEDIA REJA

Cierra y protege esta capilla una sencilla reja muy parecida a la de la capilla del Pilar: un solo cuerpo ccoronado con remate de puntass y cinco calles siendo la central practicable mediante puerta de doble hoja. Su altura máxima en sus puntas más altas alcanza los 1,98 m y su anchura, de muro a muro, de 6,57 m. El diseño de esta reja es muy parecido al de las otras capillas, al de los altares perimetrales y los colaterales que cierran las naves intermedias. Toda la rejería catedralicia presenta una gran unidad estilística; las rejas de las capillas y altares perimetrales, más precisamente medias rejas, son de hierro, carecen de solera y están formadas por balaustres sencillos separados por cuatro cuadrados en los casos de las más anchas para la diferenciación de las calles. Todas estas rejas para el mayor adorno de la primorosa fábrica dispone de sus correspondientes cerrojos, cerraduras y llaves.