Cabecera

«Esta bella rotonda con su deambulatorio subsidiario y sus capillas radiales es uno de los santuarios renacentistas más extraordinarios de Europa y una de las creaciones espaciales más importantes de este periodo.» E.E. Rosenthal

Según las Actas Capitulares del Cabildo catedralicio el 4 de julio de 1561 ya estaban instaladas las vidrieras de la rotonda y el 12 de agosto del mismo año se toma la decisión de iniciar el domingo siguiente el culto litúrgico en la nueva catedral. En esta fecha la cabecera estaba arquitectónicamente terminada a falta de detalles ornamentales; dos años después moriría en Granada el genial burgalés: Diego de Siloe (†1563). La cabecera se caracteriza por una formación tripartita:

  • Alta rotonda albergando la capilla mayor
  • Anillo del deambulatorio subsidiario
  • Corona inferior de capillas radiales

En una rápida mirada, desde abajo hacia arriba, el interior de la capilla mayor comienza arquitectónicamente con siete pasajes o pasillos de comunicación que la unen con el deambulatorio de la girola; los dos más próximos al arco toral se ensanchan más que los cinco restantes de la rotonda. Sobre los arcos de los pasillos, huecos adintelados destinados por Carlos I para los féretros reales rematados por un primer entablamento con relieves continuación del de las naves. Seguimos levantando nuestra mirada y vemos los siete cuadros de Alonso Cano sobre la vida de la Virgen; sobre ellos, catorce vidrieras. Encima, un segundo entablamento igualmente con relieves y, rematando la cabecera, la cúpula baída apoyada en diez fuertes aristones con otros más débiles en los huecos; dando transparencia y luminosidad otras diez vidrieras.

PRIMER CUERPO DE LA CABECERA

En la iconografía de este primer cuerpo se desarrollan tres temas hagiográficos; apóstoles, fundadores y santos padres con doctores de la Iglesia. Los dos primeros temas en esculturas y el tercero mediante pinturas.

Primer tema: Los apóstoles

En el primer cuerpo de la cabecera doce blancas semicolumnas corintias contando las del arco toral con capiteles dorados; sobre sus fustes sobresalen repisas en las que descansan las estatuas —todas doradas contribuyendo así al juego cromático— de los Doce, realizadasa principios del XVII; comenzando por el lado del evangelio y siguiendo alrededor del interior de la rotonda: Pedro, Mateo, Matías, Judas Tadeo, Bartolomé, Felipe, Santiago el Menor, Tomás, Juan, Santiago el Mayor, Andrés, Pablo.

Segundo tema: Los santos fundadores

Los intercolumnios están ocupados por seis estatuas esculpidas en 1674; fueron donadas a la Catedral por las órdenes o congregaciones religiosas a las que pertenecían los santos expuestos: Francisco de Asís (1182-1226), Francisco Javier (1506-1552; el único de esta serie que no es fundador), Pedro de Alcántara (1499-1562), Domingo de Guzmán (h. 1170-1221), Ignacio de Loyola (1491-1566) y Juan de Dios (1495-1550). Un conjunto de seis santos —cinco hispanos, uno lusitano— que cubren casi cuatro siglos de historia de la Iglesia.

Tercer tema: Santos Padres y doctores de la Iglesia

Sobre los arcos de los pasillos radiales de comunicación con la girola y bajo el primer entablamento 14 lienzos con figuras sedentes tratadas de frente o de perfil: Es el ciclo de santos padres y doctores de la Iglesia distribuido en parejas.

Comenzando del lado de la epístola: Isidoro de Sevilla (h 570-636) y Bernardo de Claraval (1090-1153), Ildefonso de Toledo (h. 607-667) y León I Magno (†461); siguen dos doctores de la Iglesia: Tomás de Aquino (1224-1274) y Buenaventura (1221-1274). A continuación, los cuatro grandes padres de Occidente: Gregorio Magno (h. 540-604) y Ambrosio de Milán (h. 340-397), Jerónimo (h. 347-419 o 420) y Agustín de Hipona (354-430). Cierran el ciclo los cuatro grandes padres de Oriente: Juan Crisóstomo (354-407) y Basilio el Grande (h. 330-379), Gregorio Nacianceno (329 o 330-h. 390) y Atanasio (295-373).

Pintores de esta serie, a fechar en torno a 1674-1676, fueron Juan de Sevilla, autor de los ocho lienzos más externos y Pedro Atanasio Bocanegra, autor de los seis centrales. La altura, la perspectiva y los finos balaustres de los balconcillos delanteros impiden la completa visión de este conjunto de lienzos de adusta dignidad, aliento místico y riqueza simbólica: capas pluviales, báculos, mitras, libros… Entre los pares de lienzos gráciles figuras de ángeles niños —de Sevilla y Bocanegra— sobre las puertas de acceso a la balconada circundante.

SEGUNDO CUERPO DE LA CABECERA

Este segundo cuerpo, con barandilla circundante y coronado con un segundo entablamento, presenta igualmente semicolumnas de orden corintio algo más finas que las inferiores disminuyendo así el peso y la fuerza; se alzan sobre pedestales decorados con bustos de santos, obras de Bocanegra, Sevilla y Risueño. En la decoración de este cuerpo se conjuga el arte de la pintura con el arte de la vidriería.

Pinturas: La vida de María de Alonso Cano

En este segundo cuerpo, los siete monumentales lienzos canescos —realizados desde 1652 a 1664— narran la vida de María:

Inmaculada Concepción Nacimiento de María Presentación de María Encarnación del Hijo de Dios Visita de María a Isabel Purificación de María y presentación de Jesús Asunción de María al cielo

Este ciclo programático de pinturas —sus medidas varían entre 4,41 y 4,55 m de altura y de anchura entre 2,25 y 2,68 m. y están colocados a unos 25 metros del suelo— es «una de las obras más grandiosas de todo el barroco europeo» (J. Camón Aznar).

Tras las condiciones, razones y méritos estéticos de esta serie, vibra en estos siete tiempos marianos —gozos de la Madre de Jesús— la emoción del artista —Alonso Cano— con la íntima hondura de su propia personalidad religiosa invitándonos con su plástica, luminosidad y colorido a elevar nuestra plegaria a María «desde el clamor, el canto y el grito, hasta el sereno hablar, el rezo musitado y la meditación silenciosa.» (E. Orozco Díaz).

La vida de Jesús

Sobre este ciclo mariano siete pares de alargadas vidrieras: Tras la escena del El pecado original o La caída de Adán y Eva (Gn 3,1-24), la narración de cuatro acontecimientos de la infancia de Jesús: Natividad (Lc 2,1-7); Matanza de los inocentes (Mt 2,13-18), Circuncisión (Lc 2,21) y Adoración de los reyes magos (Mt 2,1-12). En estos acontecimientos se cumplen las palabras de Yahweh a Adán y Eva, tras su pecado: Pongo perpetua enemistad entre ti y la mujer y entre tu linaje y el suyo; éste te aplastará la cabeza (Gn 3,15).

Continúa la historia santa con dos hechos de la vida pública de Jesucristo: Bautismo de Jesús (Mt 3,13-17; Mc 1,9-11; Lc 3,21-22; Jn 1,31.34) y Transfiguración de Jesús (Mt 17,1-13; Mc 9,1-12; Lc 9,28-36).
Termina la historia sagrada con el relato de la pasión comenzando por la Institución de la Eucaristía (Mt 26,26-29; Mc 14,22-25; Lc 22,19-20; 1Cor 11,23-26) y siguiendo con Lavatorio de los pies (Jn 13,1-20) y Oración de Jesús en el huerto de Getsemaní (Mt 26,36-46; Mc 14,32-42; Lc 22,39-46); Prendimiento de Jesús (Mt 26,47-56; Mc 14,43-49; Lc 22,47-53; Jn 18,2-11), Flagelación de Jesús (Mt 27,26;Mc 15,15; Jn 19,1); Coronación de espinas (Mt 15,29; Mc 15,17; Jn 19,2) y Ecce homo (Jn 19,5).