Santa Teresa de Ávila


Esta capilla, tercera absidal entrando en la girola por el lado del evangelio, está ornamentada con un retablo central flanqueado por dos altares laterales. En el acta capitular del 9 de octubre de 1617 quedó constancia de que, días antes (5.10.1617), había llegado a la Catedral —donada por los carmelitas del convento alhambreño de los Mártires— una imagen de la beata Teresa de Jesús, canonizada por Gregorio XV (1621-1623) cinco años después (1622).

El cabildo vio la necesidad de colocarla en una capilla y costear un muy honrado retablo por la gran devoción que el pueblo tiene en ella; el arzobispo, Felipe de Tassis y Acuña (1616-1620), ofrece muy buena parte del coste dél.
Sería Gaspar Guerrero el encargado de realizar este retablo central entre 1618 y 1620. Años más tarde, en 1647, Pedro de Raxis, el Mozo, hijo del padre de la estofa, llevaría a cabo el completo dorado del retablo, gracias al mecenazgo del canónigo Agustín de Castro.

Los dos sencillos altares laterales —completados en 1691, gracias a la donación del capitular Bartolomé Sánchez Varela— están presididos por dos interesantes lienzos: La Inmaculada Concepción y El ángel Custodio. En resumen, esta capilla. entre las del Cristo de las Penas y san Blas, es un conjunto equilibrado, claro y funcional; exponente claro del primer barroco en el templo catedralicio.

ARQUITECTURA DEL RETABLO

La arquitectura del retablo central —privilegiando la verticalidad y lo ascensional del conjunto y dirigiendo nuestra mirada hacia la calle central: talla de Teresa de Ávila y óleo de la santa entre san Pedro y san Pablo— diferencia la diversidad expresiva entre escultura y pintura e integra lo ornamental con lo arquitectónico.

Consta el retablo de banco con pedestales para las cuatro columnas, tres calles —las externas rematadas por el escudo carmelitano— en un solo piso más ático valorado con profusa decoración escultórica y rematado con el busto del Padre Creador; entre piso y ático una sucesión de seis cabecitas angélicas entre grecas.

PROGRAMA ICONOGRÁFICO

Junto al tema carmelitano, central y preponderante de esta capilla, aparecen. además, temas complementarios desarrollados en otros lugares del templo metropolitano: primitiva historia de la comunidad cristiana en Granada, santos fundadores, mariano…

El tema carmelitano está centrado en santa Teresa, escultura granadina del XVII, imagen presidente del retablo. En torno a ella cinco óleos sobre lienzo (1620-1622) atribuidos al donado carmelita Adriano; son pinturas correctas y coloristas con escenas de la vida de la titular o creaciones hagiográficas: La imposición del collar a santa Teresa por la Virgen y san José, La Transverberación, Santa Teresa en éxtasis, Santa Teresa entre san Pedro y san Pablo y Santa Teresa escribiendo. Es un programa netamente teresiano subrayado con dos óleos sobre lienzo: Santa Teresa y San Elías.

Completan la iconografía de esta capilla teresiana tres expresiones —dos pinturas y una talla— del tema mariano. En los óleos están representadas La Inmaculada Concepción y La Lactación de San Bernardo de Claraval o El premio lácteo a san Bernardo, fundador y primer abad de Clairvaux (1090-1153), que recorrió toda Europa trabajando por su paz y unidad. La escultura es una obra anónima conocida como Virgen sin el Niño.

Por último, un óleo del Ángel custodio, obra —como La Inmaculada Concepcón— de los primeros tiempos de Juan de Sevilla (1643-1696).

La primitiva historia de la comunidad cristiana en Granada se recuerda por las tallas, en madera policromada, de San Cecilio —según la tradición primer obispo de Illíberis y uno de lo siete varones apostólicos enviados por san Pedro a Hispania— y San Gregorio de Illíberis (de Elvira o Bético) que murió hacia el 392, comentarista bíblico y apasionado defensor de la teología trinitaria del primer concilio ecuménico celebrado en Nicea (325).

En el programa iconográfico de la capilla está presente, con brevedad y en dos óleos sobre lienzo, el tema de los santos fundadores: San Ignacio de Loyola (¿1491?-1556), fundador de la Compañía de Jesús y la Aprobación de la Compañía de Jesús por Paulo VIII, ocurrida en 1540. Por último —tema de los mártires o testigos—, el interesante lienzo de San Sebastián atendido por santa Irene, obra del círculo de Rutilio Manetti (1571-1639).

LA MEDIA REJA

Toda la rejería catedralicia presenta una gran unidad estilística; las rejas, más precisamente medias rejas, son de hierro, carecen de solera y están formadas por balaustres sencillos separados por cuatro cuadrados en los casos de las más anchas para la diferenciación de las calles. Todas estas rejas para el mayor adorno de la primorosa fábrica disponen de sus correspondientes cerrojos, cerraduras y llaves.

La reja de esta capilla tiene cinco calles siendo la central practicable mediante la habitual puerta de dos hojas; sus 7,10 m cubren toda la embocadura de la capilla y su altura en puntas es de 2,03 m.