San Miguel Arcángel


Dentro del proceso de alhajamiento del templo granadino, esta capilla es la última que se decora y la primera desde el pie de la Catedral (muro sur, lado de la epístola). Ornamentada entre 1804-1807gracias al mecenazgo del arzobispo Juan Manuel Moscoso y Peralta (1789-1813) —natural de Arequipa (Perú)— . En el centro del frontal del altar principal la cruz de la orden de Carlos III, concedida al arzobispo.

El conjunto está formado por un retablo neoclásico central de orden compuesto; otro retablo lateral, igualmente neoclásico, del lado de la epístola; enfrente, del lado del evangelio, el monumento funerario en memoria del arzobispo patrocinador.

Con este espacio se cierran dos largos siglos de retablística en la Catedral. Toda una evolución —estética y devocional— iniciada en 1590 con el retablo manierista de 1590 del Cristo de las penas —en la girola— y terminada, en 1807, con la presente capilla.

La traza del retablo central es del arquitecto Francisco Romero de Aragón; el intenso, contundente y contrastado relieve central de san Miguel arcángel en lucha contra dragones y demonios, es del escultor Juan Adán Morlán (1741-1816); el coronamiento superior de la santísima Trinidad entre ángeles es de Manuel González y los adornos de bronce son obra de Narciso Miguel Bueno.
Los muros de esta capilla, dedicada al arcángel san Miguel, están decorados al fresco —con azules, verdes y rojizos— por Vicente Plaza contribuyendo así a la luminosidad del recinto.

ARQUITECTURA DEL RETABLO CENTRAL

El programa arquitectónico del retablo central de esta capilla es netamente neoclásico como los de la capilla de enfrente dedicada a Nuestra Señora del PIlar y la central de la girola en honor del patrón de Granada, san Cecilio. De orden compuesto proporciona cierto relieve e importancia al elemento ornamental por encima de lo meramente tectónico.

Las líneas estructurales

Las líneas estructurales son claras y sólidas con cierto dinamismo logrado gracias al avance de la columnas centrales y al entablamento saliente. El impulso ascensional finaliza en el ático mediante flameros. En vez del frecuente remate de frontón triangular, un cuerpo rectangular coronado por la Santísima Trinidad sobre nubes y grupo de angelillos.

La escasa luminosidad interior de la capilla se suple, en parte, armonizando las notas doradas de los adornos en bronce con la policromía de los mármoles aplicados.

Los mármoles

El juego y los contrastes de los variados colores de los mármoles contribuyen a la policromía del recinto. Mármol blanco para el gran motivo central, jaspe verde del barranco de san Juan (Granada) en los fustes de las columnas y en el frontal del altar, mármol rojo del valle de Luque (Córdoba) y gris de Sierra Nevada (Granada) en banco, pilastras y entablamento, tonos ocres en el remate de la coronación.

Completa el alhajamiento de esta capilla un pequeño retablo lateral del lado de la epístola —igualmente de estilo neoclásico y de cromatismo coincidente con el central— y, enfrente, el sarcófago del arzobispo Moscoso, con un basamento semejante al del arzobispo Jorge y Galbán enterrado en la capilla de enfrente, Nuestra Señora del Pilar de Zaragoza.

CONTENIDO ICONOGRÁFICO

Está centrado en san Miguel, monumental relieve con más de dos metros de altura. El arcángel blande espada flamígera; un angelote muestra la traducción latina de su nombre («Quis sicut Deus»). Sobre él, el triángulo trinitario donde, en caracteres hebreos, se lee YHWH («Quien existe en sí mismo», «Yo soy»: Ex 3,13-15).

En el espacio inferior de esta composición marmórea no aparece el único y tradicional dragón sometido sino una escena infernal donde los demonios se retuercen y agitan junto a dragones.
Encontramos en esta capilla, además, el tema mariano presente en varias obras: tres lienzos y una talla. La talla de vestir representa a la Virgen de Copacabana —La Paz (Bolivia); una de las más antiguas advocaciones marianas en América—conservada dentro de una urna.

En los lienzos hay una Asunción de la Virgen cuya factura rápida y otros detalles recuerdan al pintor napolitano Luca Giordano (1634-1705, Lucas Jordán), discípulo de Ribera (1591-1652). Además, una Inmaculada concepción, lienzo de escuela sevillana.

Nuestra Señora de la Soledad de Alonso Cano

Y la joya pictórica de esta capilla: Nuestra Señora de la Soledad, «pintura del racionero Cano»: su rostro de profunda y serena desolación y sus manos orantes entrecruzadas nos invitan a unirnos a sus plegarias; es un lienzo de gran calidad donde, estéticamente, resalta el modo de solucionar las telas, los bordados y, sobre todo, el encaje de punta española del primer término.

En esta capilla hay, además, dos bellas perspectivas de escenas bíblicas: Daniel en el foso de los leones del Antiguo Testamento (Dn 6,16-24) y Cristo con los apóstoles junto al mar del Nuevo (Mt 15,29-31; Mc 7, 31-37), óleo sobre lienzo de José de Cieza (1656-1692), artista barroco granadino miembro de una familia de pintores (sus hermanos: Vicente y Juan y su padre Miguel Jerónimo).

COMPLEMENTOS DECORATIVOS

Completan la decoración de esta capilla dps grandes tibores de porcelana china, un juego de cuatro candelabros en mármol y bronce, par de cornucopias y pequeña lámpara colgante. En las bases interiores del arco de entrada a la capilla dos lápidas —en español y en latín— que informan sobre detalles de la capilla y sobre la biografía del arzobispo mecenas.

LA MEDIA REJA

Toda la rejería catedralicia presenta una gran unidad estilística; las rejas, más precisamente medias rejas, son de hierro, carecen de solera y están formadas por balaustres sencillos separados por cuatro cuadrados en los casos de las más anchas para la diferenciación de las calles. Todas estas rejas para el mayor adorno de la primorosa fábrica disponen de sus correspondientes cerrojos, cerraduras y llaves.

La media reja de esta capilla es de un solo cuerpo con su correspondiente remate y cinco calles (1,99×6,64 m) con puerta central de dos hojas practicables. Como la otra capilla el lado sur no tiene iluminación natural a través de vidriera.