Facistol y La Sillería Coral


Un espacio litúrgico importante —en las catedrales y en los monasterios— es el coro; en su función como recinto físico acoge al coro, grupo o conjunto de personas reunidas en tal espacio para el canto o rezo de la misa y de las horas canónicas. Tales celebraciones disponen de un mobilliario litúrgico propio: el facistol y la sillería coral presidida por la cátedra episcopal. A lo largo de la historia el espacio físico del coro ha ocupado diversos lugares dentro del templo. En la actualidad y en la catedral granadina, tras su anteriores localizaciones, el coro está dispuesto en la capilla mayor. En la disposición precedente ocupó el coro el centro de la nave principal entre los dos órganos y cerrado en su parte posterior por el altar-retablo del trascoro dedicado a Nuestra Señora de las Angustías hoy en la capilla homónima del lado norte.

Anteriormente estuvo dispuesto en dos hileras —interrumpiendo el paso por la girola— entre el actual altar central de la misma dedicado a san Cecilio y la capilla mayor. Vemos a continuación los elementos integrantes de este mobiliario coral en la Catedral granadina: El facistol (gran atril o atrilera) y la sillería coral con la cátedra episcopal.

EL FACISTOL CANESCO

En la actualidad, el facistol —gran atril donde se colocan los libros corales— está emplazado en la capilla mayor justo detrás del altar; este elemento del mobiliario litúrgico permitía a los miembros del coro interpretar las composiciones musicales propias de las celebraciones. El 9 de abril de 1652, el cabildo catedralicio acuerda la fábrica del facistol encargando a Alonso Cano su diseño y la dirección de la obra siendo dos maestros carpinteros —Blas Rodríguez y Juan (¿o Gaspar?) Marín— sus ejecutores e interviniendo como maestro cantero Diego de Cárdenas.

EL DISEÑO ARTÍSTICO DEL FACISTOL

La traza del facistol consta de cuatro piezas: pedestal, peana, atril y tabernáculo; todas ellas están unidas mediante un vástago interior en el que encajan cabalmente. Los materiales aplicados para su construcción son madera de caoba, mármol verde de serpentina, hierro y bronce dorado. Al predominar la sencillez de líneas y de formas, constructivas y ornamentales, destacan en este facistol su elegancia y sobriedad. Un mueble austero, fuerte y puro, acorde con el estilo desornamentado que tuvo su auge en la Contrarreforma.

El pedestal

Comenzando desde abajo, la primera pieza del facistol es el pedestal, basamento o base, realizado en caoba; presenta una forma ochavada alternando cuatro salientes con cuatro entrantes. Los salientes avanzan siguiendo la configuración de pies derechos decorados con placas de serpentina embutidas en la madera.

En tres de los entrantes hay pequeñas hornacinas con arquitos de medio punto; por encima y por debajo de ellas pequeños cuadraditos y, a ambos lados, estilizadas placas rectangulares, todo ello en mármol de serpentina. Sobre las hornacinas apliques de hojarasca de bronce. La cuarta hornacina sólo está esgrafiada sobre la madera ya que el panel correspondiente es extraíble. Gómez-Moreno estimó que estas hornacinas estaban dispuestas para colocar tallas de ángeles-niño vaciados en bronce.

La peana

Enlaza el pedestal con el atril y simula una columna sin desarrollo completo. De su plataforma circular, ornada con anillo de hojas en relieve, surge una configuración rematada con un capitel igualmente cruciforme; en él descansa el riel circular que permite, gracias a rodillos, el giro completo del atril.

Cuatro barras verticales de hierro refuerzan la estructura y unen el riel con la parte superior del basamento. Sobre esta peana

El atril o atrilera

La tercera pieza del facistol es el atril, donde se colocan los libros corales. Tiene forma de pirámide truncada muy frecuente en este mueble litúrgico. Los cuatro paneles están realizados en madera de caoba decorados en bronce con una estilizada granada en cuyo interior aparece el jarrón de azucenas, símbolo de la catedral granadina; sobre ella una cartela. En las cuatro cartelas está grabada una cita del profeta Jeremías (48,10): Maledictvs omnis qvi opus Dei facilt fravdvlenter avt desidiose. Podría traducirse al español como «Maldito quien haga el trabajo de Yahweh con fraude o con dejadez.»

El tabernáculo

La cuarta y última pieza del facistol es el tabernáculo; está compuesto por una urna —con forma de templete cuadrangular— cubierta por una cúpula rematada por un crucifijo cuya autoría discuten los especialistas. La urna presenta cuatro pórticos con arcos de medio punto ornamentados en sus claves con hojarascas de bronce; su interior es perfectamente visible a través de cuatro paneles de cristal. En las esquinas del tabernáculo cuatro columnas corintias con basas y capiteles de bronce y fustes de serpentina. En el dintel se alternan ménsulas de serpentina y de bronce.

La talla de la urna

En el interior de la urna una imagen de la Inmaculada Concepción obra del granadino Diego de Mora (1658-1729). A la actual imagen le precedieron dos, ambas de Alonso Cano: Inmaculada Concepción, retirada por decisión del Cabildo dada su excelente calidad y, en la actualidad, en la sacristía; Virgen de Belén hoy en el museo catedralicio. La cúpula del tabernáculo está flanqueada por bolas de mármol de serpentina de tipo escurialense colocadas sobre las cuatros esquinas del techo de la urna.

La culminación

El remate del facistol es una sencilla talla de Jesús crucificado que corona —arquitectónica y simbólicamente— este mueble litúrgico destinado a la alabanza al Señor y cuya finalidad no es otra que la de facilitar el canto y proclamación de la Pabara de Dios (Sal 149,1.3-5):

Cantad al Señor un cántico nuevo, resuene su alabanza en la asamblea de los fieles. Alabad su nombre con danzas, cantadle con tambores y cítaras, pues el Señor ama a su pueblo y adorna con la victoria a los hulmides- Que los fieles festejen su gloria y canten jubilosos en filas.

EL SENTIDO SIMBÓLICO DEL FACISTOL

Junto a la originalidad y a la fuerza —expresiva e innovadora— del diseño del facistol es preciso destacar, para su mejor comprensión y admiración, su simbología doctrinal. Para descubrirla, atendemos a varios elementos: la granada y el jarrón de azucenas en los paneles y las cartelas con el texto del profeta Jeremías, las sucesivas tallas marianas expuestas en la urna, el crucifijo rematando el conjunto. Todos ellos dentro de la funcionalidad propia del facistol canesco: soporte para los libros corales. Las granadas, el jarrón de azucenas, el versículo bíblico del profeta Jeremías, las sucesivas imágenes de María, el crucifijo son los elementos que conforman el sentido simbólico de este mueble litúrgico.

Las granadas

Sobre los cuatro paneles del atril diseñó Cano cuatro estilizadas granadas. Este motivo ornamental —frecuente en el gran retablo mayor de la vecina Capilla Real— se justifica tanto por el nombre de la ciudad como por su sentido simbólico.

Desde el siglo IV —en el pensamiento cristiano y en la teología— se aplica la imagen del fruto del granado para expresar la unidad y la diversidad de la Iglesia. Al parecer, fue san Gregorio de Elvira (†h 392) —obispo de la iglesia hispano-romana de Illíberis, diócesis que, siglos más tarde, sería conocida como Granada— el primero en utilizar esta imagen. Con ella —se acaba de indicar— se subraya la integración de la pluralidad en la unidad: Nosotros, siendo muchos, somos un solo cuerpo en Cristo (Rm 12,5). ¿No sabéis que vuestros cuerpos son miembros de Cristo? (1Cor 6,15).Puesto que el pan es uno, nosotros, que somos muchos, somos un cuerpo; pues todos participamos de aquel mismo pan. (1Cor 10,17). Posteriormente este simbolismo de la granada será utilizado tanto en la literatura como en el arte.

En la heráldica real, en 1492 aparece la granada —el quinto reino de Granada—, en un entado en punta muy rebajado, en el escudo de los Reyes Católicos; novedad desde 1230, año en el que el Santo Rey Don Fernando (III; 1201-1252) había fijado las armas reales en el bien conocido escudo cuartelado de castillos y leones, pues era Rey de Castilla y León.

El jarrón de azucenas

Cada una de las cuatro granadas de los paneles del atril presenta en su interior un jarrón de azucenas, emblema de la catedral granadina; la azucena es símbolo cristiano de la virginidad y de la castidad. Esta composición simbólica —jarrón de azucenas en el corazón de Granada— sugiere la acogida de la fe por la «noble, honrada e gran çibdad de Granada ganada por el rey e reyna don Fernando e doña Ysabel, nuestros señores.»

El versículo de Jeremías

La razón de la presencia de tal versículo («Maldito quien haga el trabajo de Yahweh con fraude o con dejadez.») parece, ante todo, un recuerdo a los capitulares sobre la necesidad de llevar a cabo sin desaliento la obra de Dios, siempre hecha con verdad, con rectitud. Algunos comentaristas relacionan este texto del profeta con la parábola del sembrador (Mat 13,3-9; 18-23) y con la maldición que Jesús lanza contra la higuera estéril (Mat 21,18-22).

Quienes cantan y escuchan la Palabra de Dios deben ser tierra buena donde fructifique con abundancia. La inclusión de este texto en el facistol pudo ser sugerida por el cabildo o, tal vez, por el mismo Cano como reflejo de sus disputas con los capitulares mantenidas hasta poco antes de su muerte.

Las tres imágenes marianas

Las imágenes de la urna siempre han sido de María: Inmaculada y Virgen de Belén, estas dos primeras de Alonso Cano, e Inmaculada —la actual— de Diego de Mora. Esta presencia de María revela su relación con la Palabra de Dios; ella es la Madre que viendo cuanto acontece desde el nacimiento de su Hijo lo guarda y medita cuidadosamente en su corazón (Lc 2,19.51). En resumen, todos los elementos del breve programa iconográfico del facistol se encuadran en su finalidad: Proclamar las grandezas de Dios facilitando a los corales su canto y anuncio (Salm 149,1.3-5):

Cantad al Señor un cántico nuevo resuene su alabanza en la asamblea de los fieles. Alabad su nombre con danzas cantadle con tambores y cítaras pues el Señor ama a su pueblo y adorna con la victoria a los humildes. Que los fieles festejen su gloria y canten jubilosos en filas.

LA SILLERÍA CORAL CON LA CÁTEDRA EPISCOPAL

En la actualidad gran parte de la sillería coral está colocada en la capilla mayor; algunos de sus estalos se conservan en la capilla de Nuestra Señora de las Angustias y en la puerta de acceso al Sagrario. Su primer lugar fue en el centro de la nave mayor entre los dos órganos y estaba cerrado en su parte de atrás por el retablo de mármoles que hoy alhaja la citada capilla de las Angustias, el altar del trascoro. En 1929 el arzobispo Vicente Casanova Marzol (1921-1930), entre varias obras, traslada la sillería del coro a la capilla mayor.

GÉNESIS Y EVOLUCIÓN DE LA SILLERÍA CORAL

La mayor parte de los coros catedralicios españoles han sido reformados A lo largo de su historia. En la Catedral de Granada están documentadas cuatro importantes intervenciones en la localización del espacio coral.

1508-1561: En la aljama de la ciudad

La parte más antigua de la actual sillería coral fue realizada, entre los años 1508-1510, por algún maestro castellano afín al tallista de procedencia germánica Rodrigo Alemán (fl. 1489-1503). Hacia 1508 el cabildo abandona el templo de san Francisco, Casa grande, y establece la Catedral en la mezquita mayor de la ciudad (donde hoy se alza la parroquia del Sagrario). Aquí permanecerían los primitivos estalos góticos hasta el verano de 1561.

1546-1576: El primer coro

En tiempos del arzobispo Guerrero (1546-1576) se traslada la metropolitana al nuevo templo. El coro se dispone entre la actual capilla de san Cecilio y la capilla mayor, formando un pasillo que corta el tránsito completo por la girola. Aquí permanecería aproximadamente medio siglo formado por 30 estalos, en un solo plano, con forma de U y la silla episcopal en el centro. En las grandes solemnidades se añadían asientos al no ser suficientes los 31 de la sillería (7 dignidades, 12 canónigos, 12 racioneros).

1616: El segundo coro

A mediados de 1619, gobernando la diócesis Felipe de Tassis y Acuña (1616-1620), se levantan las paredes y tribunas para colocar los órganos. Con la terminación de esta obra, el coro pasa a ocupar la nave central frente a la capilla mayor y al otro lado del crucero principal tal como era tradicional en las catedrales españolas. Este nuevo lugar para el coro se cierra por detrás mediante una pared lisa con tres ventanas; en 1625 se instala un altar para celebrar misa. El 14 de octubre de 1742 se inaugura el retablo del trascoro dedicado a la Virgen de las Angustias que permanece en este lugar hasta que en 1924 se desmonta el coro y es colocado el retablo en la capilla homónima. La intervención en la sillería se limitó a ampliar el número de estalos quedando compuesta por unos sesenta sitiales. Aparte de los de tracería gótica ocuparían el plano inferior mientras que las sillas nuevas de diseño manierista ocuparían el inferior.

1929: Supresión del coro barroco

En el verano de 1929 —en la diócesis su arzobispo y cardenal Vicente Casanova y Marzol (1921-1930)— la sillería del coro es trasladada a la cabecera de la capilla mayor. Los estalos se disponen en cinco tandas de dos alturas cerrando, a excepción de los dos más exteriores, los arcos de comunicación entre presbiterio y girola. Esta solución rompe el plan siloesco —arquitectónico y teológico— de un ciborio visible desde cualquier lugar del ábside; además deshace la unidad estética de la sillería.

En este nuevo emplazamiento se colocó la silla arzobispal ocupando el arco central y sólo 63 sitiales (28 góticos, 35 modernos) pues no cabían todos los estalos existentes. Cada tanda de asientos quedó distribuida en dos planos de siete estalos. En el plano superior se ordenaban los más antiguos —los góticos—, adornados con respaldo alto renacentista y coronados con dosel de nueva factura, más sencillo y con menor vuelo que el antiguo; en el plano inferior formaban las sillas modernas con respaldo bajo de tracería. En el resto del mobiliario coral se colocaron un reclinatorio, dos parejas de sillas con respaldo alto y dosel, tres escaños manieristas con sus correspondientes respaldos góticos. El facistol canesco, tras el tabernáculo del altar mayor, era el centro referencial del espacio coral, concentrando el abanico dibujado por los asientos.

1992: Distribución actual

En 1992, siendo arzobispo José Méndez Asensio (1978-1997), tiene lugar la última recolocación de la sillería coral. Esta decisión, feliz desde un punto de vista arquitectónico, no lo ha sido tanto para la conservación de la sillería privada de su unidad. Catorce estalos góticos fueron ensamblados en dos filas de siete y colocados a ambos lados del presbiterio bajo los balcones de acceso a los púlpitos. El resto está desperdigado por el templo: embocinados y sus pasillos de comunicación, capilla de las Angustias, puerta de acceso al templo parroquial del Sagrario. Los dos conjuntos presentes en la capilla mayor están guarnecidos con respaldos altos, aunque incompletos y sin dosel. En el respaldo del estalo de la derecha presenta adosada una cartela de 1936. Están acompañados por dos grandes reclinatorios corridos; cada uno de ellos está compuesto por otros siete respaldos renacentistas, esta vez sí, íntegros.

MORFOLOGÍA Y ESTILO DE LA SILLERÍA CORAL

Como fruto de, al menos, tres impulsos constructivos, bien espaciados en el tiempo y ninguno de ellos encaminado a la renovación total del conjunto, la actual sillería carece de unidad estilística. Parte de los sitiales responde al paradigma castellano del siglo XV, con incorporación de elementos platerescos en la silla episcopal; la otra parte es de corte manierista. En consecuencia, las diferencias entre ambas sillerías —la gótica y la renacentista— son notabilísimas y dan testimonio de las pulsiones —estéticas, ambientales— que movieron a sus artífices. Además, tales diferencias entre las sillas antiguas y las modernas no radican en su organización tectónica, sino en su distinta composición formal y decorativa de los elementos básicos. Las dos sillerías corales granadinas —la vieja y la nueva, la gótica y la renacentista— siguen el esquema estructural europeo asentado durante la baja Edad Media; cada escaño —encerrado entre dos paneles laterales y coronado por un brazal— dispone de un asiento movible hacia su respaldo, con su correspondiente misericordia o coma, pieza que permite descansar disimuladamente, medio recostado sobre ella, cuando se debe estar de pie.

Estalos góticos

La sillería gótica de la Catedral granadina es de traza sencilla. El perfil de los paneles laterales está ornamentado con elementos arquitectónicos y figuras de bulto. Cada estalo se apoya en pies con forma estilizada de garras; hasta el plano del asiento se levanta una columnilla gótica con pedestal de penetraciones y capitel de hojarasca; luego, el tablero se retranquea dibujando un cuarto de circunferencia, fresado con severa elegancia, en cuya parte alta se talla el apoyamanos. Sigue una segunda columnilla con capitel de acanto y cimacio octogonal, montado en un plinto ochavado, e, inmediatamente sobre ella, se dispone el brazal.

Estalos renacentistas

Los estalos modernos obedecen a un diseño renacentista de gran nobleza, sobrio y funcional. Los paneles laterales sugieren la figura de un león, mediante la combinación de formas abstractas y motivos tomados del natural, en un juego de líneas y diferencias de tensión propio del manierismo. Comenzando a ras del suelo, encontramos la pata erguida del animal. Luego, a la altura del asiento, la tabla lateral dibuja una curvatura convexa, con arranque en espiral, que se prolonga hasta el apoyamanos; en él está tallada la cabeza de la fiera. De aquí brota una contracurva cerrada en caracol. Sobre ella, se dispone el brazal, que muestra al frente una voluta con tres estrangulamientos; vistos desde arriba, insinúan la forma estilizada de una zarpa.

LA CÁTEDRA EPISCOPAL

Dentro del conjunto de la sillería coral ocupa lugar destacado, central, la sede reservada al obispo o al abad; desde ella presidían las celebraciones litúrgicas. En la Catedral de Granada, aparte de la actual sede episcopal —colocada en el lado de la epístola junto a uno de los púlpitos barrocos— se conservan otras dos sedes episcopales gótico-renacentista una y otra neorrenacentista.

LA CÁTEDRA EPISCOPAL GÓTICO-RENACENTISTA

Esta sede —que presidía el antiguo coro gótico— se encuentra en la actualidad conservada en la sala capitular (lugar de reunión de los miembros del cabildo catedralicio). Puede datarse esta cátedra dentro del tercio inicial del siglo XVI. Es una bella obra de carpintería con tres elementos fundamentales (silla, respaldo y pabellón) y realizada con un planteamiento general gótico y engalanada con algunos elementos decorativos del nuevo lenguaje renacentista.

LA CÁTEDRA EPISCOPAL NEORRENACENTISTA

Esta segunda sede está realizada en madera de nogal, teñida con barnices de distintos tonos, y adornada con aplicaciones de plata, bronce y serpentina en claro homenaje a los efectos de textura y color perseguidos por Cano en el facistol del coro. En el centro del pabellón dominan las armas del Cardenal Vicente Casanova (1921-1930), envueltas, cual pide su rango cardenalicio, en treinta bolas de gules. Entre sus detalles ornamentales destacan un jarrón de azucenas y un tetramorfos.

En general, un tetramorfos (cuatro formas) es una representación iconográfica compuesta por cuatro elementos. En el arte medieval cristiano simbolizan a los cuatro evangelistas y son con el Pantócrator (= todopoderoso) una expresión frecuente tanto en escultura como en pintura (mural o miniada). Como fundamento bíblico de esta sugerente iconografía se citan las visiones del profeta Ezequiel (la gloria de Dios, 1,10) y la de los cuatro vivientes del Apocalipsis (4,7).

La talla figurativa es de impecable calidad, apuradísima, con gran expresividad en elementos como las esfinges y tritones alados que sirven de patas al trono o en los bellos atlantes que soportan los paños laterales del monumental dosel. De gran interés son las imágenes del tetramorfos; en los reposabrazos el toro o buey (san Lucas) y el león (san Marcos); escuadrados sobre ellos y ya en el respaldo el águila (san Juan) y el ángel o hombre alado (san Mateo) conforme a la narración de Ezequiel sobre la gloria de Dios (1,4-14).

TEMAS ICONOGRÁFICOS DE LA SILLERÍA CORAL

Las figuras representadas en los apoyamanos góticos mezclan argumentos e imágenes de la realidad con otros de carácter fabuloso o grotesco. Los temas de la sillería granadina son iguales a los del resto de las españolas a finales del XV. Bajo las visibles historias triviales se expresan, en primer término, profunda complacencia en la anécdota, gusto por lo exótico y fantástico, actitud crítica. Y profundizando, el creciente gusto por el natural, el deseo de acercar al pueblo a los planteamientos cristianos, la integración y unión de los dispares componentes de la sociedad, la censura de las lacras de la época, arremetiendo contra clérigos y laicos, particularmente con los primeros. Todo esto, de una manera o de otra, se encuentra en la iconografía de los estalos góticos del templo catedralicio. Iconografía concretada en tres grupos:

  • Figuraciones humanas
  • Representaciones de animales
  • Criaturas fantásticas o monstruosas

FIGURACIONES HUMANAS

Dentro del grupo de las figuraciones humanas hay tres magníficas tallas de pensadores meditabundos: dos viejos y un joven tratados por el tallista con admiración, respeto y mesura. Las dos figuras de ancianos —uno leyendo, otro meditando— junto con la del joven pensador tal vez representen a sabios de la Antigüedad. Ninguno de estos tres personajes esconden una crítica; antes bien, ofrecen un modelo de vida en sabiduría, dedicada con generosidad a resolver incógnitas del más acá y del más allá.

Anciano lector

Esta excelente talla —quizá la mejor de la serie de los tres pensadores— muestra un anciano calvo sentado, inclinado hacia adelante; lee atentamente un libro abierto entre sus manos. Destaca su rostro —tanto de frente como de perfil— cargado gran intensidad expresiva: una frente despejada, los ojos casi cerrados en recogimiento interior y exterior, cerrada la boca… El anónimo tallista lo ha ataviado con una ropeta corta de marcados y movidos pliegues con capucha sujeta a su cintura.

Anciano meditando

Sentado e inclinado hacia adelante apoya ambos codos sobre sus rodillas y descansa la cara entre las manos. Su faz —realismo, agudeza emocional— transmite la hondura y el ardor interior de su alma en meditación; se cubre con un ropón de capilla. Entre las referencias bíblicas a la vejez, en el salmo 71, (Vg. 70), que destaca por su belleza, un varón justo ya en su ancianidad se dirige así a Yahwéh: A la hora de mi vejez no me rechaces; no me abandones cuando mi vigor decae (v. 9).

Joven pensador

Ensimismado, pensativo, descalzo. Con el torso inclinado apoya la cabeza cubierta sobre su izquierda abierta; pelo cortado según el gusto de finales del 400. Viste sayo largo y carmañola. Invitación a la calma y sosiego interiores. En el libro véterotestamnetario de los Proverbios se encuentran numerosos consejos a los jóvenes.

Continuando con las figuraciones humanas dos sobre clérigos o frailes, tema recurrente en gran número de las sillerías corales: Fraile orando y Clérigo arrepentido. Dentro de este grupo varias representaciones: Viejo cabalgando a lomos de una mula, molida y añosa como él; Varón cansado de días y leguas; y una llamada sobre carencias o deformaciones corporales: Viejo desnudo con su pierna mutilada; Muchacho deforme: joven sin brazos, con las piernas al revés y un descomunal falo. Destacan dentro de este conjunto las tallas Mujer defecando monedas de oro y el Acróbata.

Acróbata

Este apoyamanos tiene gran atractivo. El acróbata se contorsiona en ágil voltereta; es un motivo frecuente en las sillerías de otras catedrales de España [León, Plasencia (Cáceres)]. El gusto por la anécdota, por lo concreto e inmediato, —y hasta la clara y temprana intención de atrapar el instante fugaz— se deducen del movimiento de sus ajustadas prendas, (calzas y jaqueta), que, desplazadas por la brusca tensión del cuerpo, descubren la ropa interior. Con esta bella figura resuena un acorde de contraste con el resto de tallas con representaciones humanas; junto a clérigos y frailes, pensadores y mutilados no falta esta posible llamada a la diversión y al ocio.

REPRESENTACIONES DE ANIMALES

Además de las figuraciones humanas, otro gran grupo de tallas para los apoyamanos está formado por las representaciones de animales que brillan por su realismo y vitalidad: osos, leonas, machos cabríos… Especial interés revisten tres galgos o la bella y singular del oso tocando la gaita.

CRIATURAS FANTÁSTICAS O MONSTRUOSAS

El último conjunto de tallas de los apoyamanos lo forman las criaturas fantásticas o monstruosas, un grupo envuelto en un atractivo arrollador: figuras de dragones, arpía de enormes orejas, seres con cuerpo de hombre y cabeza de bestia. En casi todas estas figuras se detecta una persistente obsesión genital. Aparte de ser un rasgo humorístico, demuestra una encendida repulsa de la lubricidad, de la sexualidad libertina o viciosa.