Con la muerte de Guerrero (1649) se produce una casi total paralización de las obras en el templo debida principalmente a la falta de recursos econónicos. Habrá que esperar al último tercio del XVII durante el que se suceden varios maestros mayores; cuatro: Alonso Cano (1667), José Granados de la Barrera (1667-1685), Teodoro Árdemans (1688-1690) y Melchor de Aguirre (1688-1697)
MAESTRÍA DE ALONSO CANO (1667)
Desde 1650 hasta 1667 corre tiempo de difícil reinicio y búsqueda de un nuevo maestro mayor; acabará siéndolo el granadino Alonso Cano (1601-1667), artista polifacético: dibujo, pintura, escultura, arquitectura. Brevísima fue su maestría, pues sólo duró 123 días, desde el 4 de mayo hasta el 3 de septiembre de 1667, fecha en la que muere a los 66 años. Precisamente el 4 de mayo decide el cabildo:
Y así mismo se conferenció sobre el gobierno de la obra y como está falta de maestro mayor que es notable y habiendo traído el Sr. Racionero D. Alonso Cano al Cabildo una planta de la fachada principal y habiendo parecido bien y que para ejecutarla es necesario que dicho Sr. Racionero la gobierne y toda la obra. Resolvió el Cabildo que dicho Sr. Racionero sea por ahora maestro mayor y le estén a su mando y orden así Juan de Páramo como los demás oficiales que concurren a trabajar en esta obra.
Una segunda etapa de las relaciones —más cordiales— entre el cabildo y Cano pues los cinco años de la primera (1652-1656) terminaron con su expulsión.
La barroca fachada catedralicia presenta triple arcada; tres arcos triunfales —más alto el correspondiente a la calle central— horizontalmente divididos por una cornisa volada. Separando los arcos— cuya altura se acentúa aún más en función de su anchura— cuatro poderosos machones o contrafuertes trazados como pilastras fajadas. En el juego arquitectónico de la fachada el entablamento pierde su integridad total al sobredimensionarse la cornisa con alto vuelo.
Con este tratamiento potencia Cano el efecto del claroscuro logrado gracias a la alternancia de potentes machones con vanos profundos. Hoy sabemos que, coronando todo este monumental conjunto triunfal, Cano pensó poner seis esculturas —¿de los apóstoles?—. Si así fuera, dispondríamos de otro elemento más para subrayar la unidad y armonía entre el mensaje iconográfico de la fachada y el de la capilla mayor.
En 1692 el maestro mayor Melchor de Aguirre (1688-1697) convence al cabildo para rematar la fachada con un ático adintelado reemplazando las estatuas proyectadas por Cano con los seis pináculos actuales que flanquean la gran cruz central.
Este singular y único diseño de la fachada lo completa Cano con los dos muros-pantalla para cerrar las naves laterales extremas adornados sólo con sus óculos; además, con el torreón del estribo que aparte de su elegancia cumple la función de contrafuerte para contrarrestar las presiones del cuerpo del templo en el ángulo suroeste.
Para percibir toda la belleza de esta fachada canesca —su riqueza en luces y sombras, —su armonía en contrastes y movimientos— es preciso contemplarla sosegadamente desde un perspectiva lateral. Cuando Cano traza la fachada, la actual plaza de las Pasiegas estaba ocupada por tres colegios. Por ello, el lugar adecuado para admirarla está al pie de la estatua erigida al artista en la plazoleta delante del templo del Sagrario; y a diversas horas del día para percibir los diversos contrastes y efectos de la luz.
MAESTRÍA DE JOSÉ GRANADOS DE LA BARRERA (1667-1685)
Tras la muerte de Cano, José Granados de la Barrera. El cabildo le designa primero como aparejador y desde el 4 de septiembre de 1668 maestro mayor, aunque sólo a título honorífico y sin subida de sueldo. Durante su maestría:
- Materialización de la fachada principal a excepción del cierre de los tres arcos
- Edificación de la torreta del ángel o torreón del estribo
- Finalización del muro perimetral Sur con sus capillas y tejados incluidos
- Conclusión o alzamiento desde los cimientos, según los casos, de doce pilares
- Armazón de toda la cubierta exterior
- Realización de la torre del reloj o de san José del estribo derecho de la cabecera
En este periodo se construye el anillo o base de la cúpula para rematar el centro del segundo crucero. Hay constancia documental de que tal anillo se estaba acabando en septiembre de 1683; el día 11 pedía el Prior que el dinero que había dado fuera para veinte cargas de piedra […] para […] el anillo de la media naranja del trascoro. Este anillo se conserva aunque no es visible pues está oculto por la definitiva bóveda de 1704.
Durante su maestría, Granados había dado, en diciembre de 1681, el modelo de cúpula-linterna para el centro del crucero secundario siguiendo el propósito arquitectónico de Siloe, no cumplido por la sustitución con una bóveda que impide una mayor luminosidad.
Sobre el alto anillo —conservado, pero oculto tras la bóveda actual— iba un cuerpo de unos seis metros y medio de alto; a partir de él, la cubierta de cuyo eje saldría la linterna. El rasgo más sobresaliente de esta cúpula-linterna sería su contribución al resplandor del recinto catedralicio gracias a la luminosidad de sus doce ventanas.
A la muerte de Granados, prácticamente poco queda para terminar el templo catedralicio: Rematar la fachada, abovedar 19 tramos —16 en las naves laterales, 3 en la central— y la bóveda central del segundo crucero.
MAESTRÍAS DE ÁRDEMANS Y DE AGUIRRE
Durante algunos años hubo una bicefalia en la dirección de la construcción de la catedral, además sin nombramiento oficial. Es preciso esperar al 16 de septiembre de 1689 para que el cabildo designe maestros mayores a ambos —Teodoro Árdemans (1688-1690) y Melchor de Aguirre (1688-1697)— ad honorem, sin gajes, ni salario alguno. Quedan sólo dos tareas pendientes: acabar la fachada principal y comcluir el embovedado de las naves del templo.
El reinicio de las obras —ya muy avanzado el 1692— se efectúa por la fachada principal. El cabildo decide cerrar los arcos de las tres portadas y en acuerdo capitular (1.10.1692) se faculta a Melchor de Aguirre para modificar el remate canesco de la fachada: la sustitución de las tallas de piedra por pináculos.
El 24 de julio de 1693 toma posesión de su cargo como arzobispo de Granada Martín de Ascargorta (1693-1719). Durante algo más de 25 años al frente de la arquidiócesis, tiene una decidida y generosa actuación para acabar todas las obras de la Catedral. Después de su toma de posesión, comienza por convocar a todos los interesados para adoptar las medidas económicas procedentes a fin de acelerar y terminar cuanto antes la construcción del templo catedralicio.
Tras esta reunión los resultados positivos no se hacen esperar. Melchor de Aguirre va terminando diversas bóvedas: la primera y la segunda bóvedas rectangulares de la nave central desde los pies y dos de las bóvedas cuadradas colaterales del lado del evangelio.