Siglo XVII: Continuidad y abandono

Durante este siglo gobiernan España Felipe III (1598-1621), Felipe IV (1621-1665) y Carlos II (1665-1700). La difícil herencia legada por Felipe II a sus sucesores pesa a todo lo largo del XVII agravándose progresivamente los problemas nacionales. Hechos como la expulsión de los moriscos (1609-1610), el agotamiento —económico y militar— de Castilla, la pérdida de dominios europeos configura un periodo de decadencia que tuvo, como brillante contrapartida, el apogeo cultural del Siglo de Oro.

Libros de préstamos

A principios de este siglo comenzaron a abrirse en el archivo catedralicio Libros de préstamo documental. Hasta nosotros ha llegado uno que comienza en 1606 y alcanza hasta 1609; en el registro constan asentados nombre de la persona prestataria, motivo del préstamo y dos fechas: entrega y devolución. Con esta práctica se conforma uno de los pilares básicos de la gestión de la archivística moderna.

Causas del abandono

A pesar de la buena práctica anterior puede afirmarse, en líneas generales, que, durante este siglo, el archivo catedralicio padece un gran abandono y deterioro debido a varias causas:

  • Las visitas pastorales al archivo dejan de hacerse y las discusiones y acuerdos de las sesiones capitulares no se ponen por escrito; así se produce un vacío documental e informativo generalizado.
  • Los aportes documentales son menores.
  • El depósito conjunto de documentos pasa por una etapa de atomización; en consecuencia, se provoca la dispersión documental, pues cada dependencia catedralicia tiene su propio archivo que conserva con menor o mayor cuidado. Como consecuencia, la documentación se extravía o queda abandonada sin control alguno en habitaciones o almacenes de escaso uso.

Solución: La Mesa Capitular

En 1638, para remediar la deficiente situación, se crea la Comisión de la Mesa Capitular; su objetivo es organizar todo lo concerniente a la hacienda. Surge así un gran interés por la localización, recogida y organización de toda la documentación económica. Paralelamente se va recopilando la información de otras áreas: bulas, documentación regia, censos.

Sin embargo, el férreo control pretendido por la Comisión de la Mesa Capitular fue papel mojado; son numerosos, en efecto, los acuerdos recordando la necesidad de entregar los cuadernos de gastos para ser archivados. Las nuevas disposiciones no se cumplen y es la misma Junta la que, tomando cartas en el asunto, ordena la elaboración de tres Libros de Protocolo; los dos primeros recogen las fundaciones realizadas hasta 1623-1624 y el tercero las efectuadas hasta 1638.

Además de esta labor de la Comisión de la Mesa Capitular, el cabildo ordena la elaboración de un inventario con el doble carácter de administrativo e histórico; en éste habrían de registrarse todas las bulas, breves, cédulas reales, documentos importantes, antiguos pleitos.

Resumiendo: Durante el siglo XVII el archivo, igual que la Institución, refleja el desasosiego y abandono nacionales. Los sucesivos cabildos no supieron o no pudieron poner freno a la decadencia imperante en la génesis documental, en la puesta por escrito de los acuerdos y actas capitulares, en la conservación y control de los fondos documentales.