«La catedral de Granada es la más bella del Renacimiento.» (J. Camón Aznar); su trazado arquitectónico y su espacio celebrativo carecían de precedentes en Europa.
En el diseño siloesco según el nuevo «estilo romano» es preciso descubrir los cuatro temas generadores de su programa:
- La dedicación a la Encarnación del Hijo de Dios.
- La declaración de triunfo.
- La promesa del perdón.
- La expresión de júbilo.
La dedicación a la Encarnación del Hijo de Dios
La Catedral de Granada está dedicada a Santa María de la Encarnación en lugar de la más frecuente de Santa María de la Anunciación. Durante el Renacimiento era dogma fundamental de la fe cristiana la creencia en la Encarnación, primer acto de la Redención; Siloe la asume como tema central de su programa concebido en 1528. Las veinticuatro vidrieras de la capilla mayor narran la historia de la Redención: las diez superiores, dispuestas en orden cronológico, comienzan con la predicación del Bautista terminando con la venida del Espíritu Santo; las vidrieras inferiores muestran pasajes de la vida de Cristo. Entre las esculturas de la capilla mayor destacan los doce apóstoles. Los apóstoles, en efecto, son los primeros testigos de Cristo y su posición sobre las columnas del primer cuerpo evoca la tradicional alusión como pilares de la Iglesia. Igualmente resaltan los bustos canescos de Adán y Eva remitiéndonos a los comienzos de nuestra historia sagrada. El hecho histórico de la Encarnación de Dios —gran tema generador del programa arquitectónico e iconográfico— acontece en María: «Y así estuvo ella con el hijo crucificado, crucificada; y también con el sepultado, sepultada; y también con el resuscitado, resuscitada». (Fray Luis de Granada). Por ello, la serie de siete pinturas de Alonso Cano sobre la vida de la Virgen —los gozos de Santa María— en el segundo cuerpo de la rotonda.
La declaración de triunfo
Una evidente afirmación de triunfo ilumina el templo catedralicio: triunfo espiritual en primer plano, militar en segundo plano. El recurso frecuente a los arcos triunfales (las tres entradas principales, las capillas laterales) manifiesta claramente la expresión del triunfo que también encontramos en los pasadizos y en los pasillos transversales del deambulatorio alrededor de la rotonda y del altar mayor; De esta forma, la idea de triunfo realzaba el Santísimo Sacramento del altar. Aunque la conquista de Granada explica, sin duda alguna, el tema del triunfo dentro del programa de la Catedral es la Victoria de Cristo, Dios Encarnado, lo que se conmemora por medio de los recordatorios y de las representaciones pictóricas y escultóricas. «La conquista de Granada se interpretaba como un triunfo de Cristo y su Iglesia y no de las fuerzas militares.» (E.E. Rosenthal). Esta lectura del triunfo queda igualmente subrayada en las inscripciones latinas de dos de las campanas: en el esquilón de los Reyes Católicos «Esta es la victoria que conquista el mundo: nuestra fe.». y en la campana de fuego (la gótica): «He aquí la cruz del Señor: ha vencido el león de la tribu de Judá, la raíz de David, aleluya.»
La promesa del perdón
En el programa iconográfico de la catedral hay una clara propuesta de clemencia, misericordia y perdón. Tal propuesta es particularmente evidente en la Puerta del Perdón. Las virtudes esculpidas en sus enjutas —la fe con su atributo, el cáliz; la Justicia que no porta una balanza— junto a la inscripción del primer cuerpo aluden, en primera instancia, a la fe y a la justicia de los Reyes Católicos. Estas dos virtudes —teologal una, cardinal otra— nos remiten al nuevo tipo de justicia prometido por Jesucristo: el amor frente al ojo por ojo (Mt 5, 38-48) y a la fe de los creyentes para acceder al perdón, don de la justicia de Dios Padre a través de la Encarnación de su Hijo. «Porque con la muerte deste inocentísimo cordero, que él no debía, fuimos librados de la que todos debíamos […] y por el sacrificio de su pasión se nos dio perdón general de todos los pecados.» (Fray Luis de Granada).
La expresión de júbilo
En la catedral hay expresas referencias el sacrificio de Jesucristo. Pero, además, al entrar en su recinto, nos sorprende su atmósfera de alegría: la brillante luminosidad de sus naves, la luz irradiada en la capilla mayor y difundida sobre el oro y blanco de la rotonda. La blancura, los toques dorados, las hermosas vidrieras traducen en belleza y esplendor el sentimiento optimista de la gracia, presente tanto en la Reforma como en la Contrarreforma, Sentimiento optimista en plena sintonía con el naciente humanismo renacentista. El triunfo, el perdón, el júbilo, consecuencias del hecho salvador de la Encarnación, están plasmados en este templo renacentista: triunfo sobre todo mal, perdón universal, júbilo pascual celebrados, día a día, en la liturgia eucarística, memorial de la muerte y resurrección de Jesucristo.