En la Catedral granadina hay tres portadas interiores dignas de mención por su valor artístico; son la portada gótica de acceso a la Capilla Real —del lado de la epístola (muro sur) y entre los altares-retablo del «Triunfo de Santiago» y de Jesús Nazareno— que da al crucero principal o mayor frente al cancel de la puerta del perdón; la portada renacentista de la sacristía —del mismo lado de la anterior y a continuacin del altar-retablo del «Triunfo de Santiago»— y la portada renacentista del museo catedralicio, del lado del evangelio (muro norte) a los pies de la Catedral, haciendo esquina con el hastial de poniente.
PORTADA GÓTICA DE LA CAPILLA REAL
Al sur del crucero mayor o principal, del lado de la epístola —muro sur— se encuentra la portada de comunicación entre la Catedral y el interior de la Real Capilla, templo funerario. Se fija la fecha de su ejecucin a principios del siglo XVI, hacia 1517.
Esta portada es un claro y rico manifiesto plástico del gótico final, característico de la época de los Reyes Católicos. Al abrir su gran puerta y cruzarla, se entra en el recinto donde reposan los restos de Fernando V de Aragón (1452-1516) y de su esposa, Isabel I de Castilla (1451-1516), de Felipe el Hermoso (1478-1506) y su esposa, Juana (1479-1555), primera Reina de España, y del príncipe de Asturias, Miguel, nieto heredero de los Reyes Católicos, nacido en 1498 y fallecido en Granada antes de cumplir dos años.
Estructura arquitectónica de la portada
La gran riqueza ornamental de esta portada acentúa su estructura arquitectónica. Sobre el arco central de medio punto festoneado un arco mixtilíneo; sobre su clave el águila —exployada y contornada— con el escudo real flanqueado por el yugo y por el haz de flechas (símbolos separados), emblemas de los Reyes Católicos, ocupando el frontón central.
Sobre este frontón central y en la parte más alta de la portada una rica, valiente y bellísima escena de la Adoración de los Reyes Magos, acompañados por sus pajes, en figuras exentas, evocando el relato evangélico de Mateo (2,1-12).
A ambos lados, dos elegantes representaciones: san Miguel, arcángel alado con escudo y cruz a modo de lanza; en el lado opuesto, Santiago, sereno y majestuoso, peregrino con su bordón, sombrero calado con venera y libro cerrado en su mano derecha.
Todo el conjunto monumental, la estructura arquitectónica de esta portada, se enriquece con repisas, chapiteles calados, agujas y remates ricamente decorados con flores y cardinas.
Iconografía de la portada
El simbolismo iconográfico de esta portada equilibra la historia sagrada con la historial civil a través de la heráldica regia presente. En la primera —historia sagrada—, la escena central de La Adoración de los magos, flanqueada por un arcángel y un apóstol —san Miguel, Santiago el Mayor—; en la arquivolta del arco de entrada seis apóstoles y en las jambas los titulares de la capilla real: santos Juanes, el bautista precursor y el evangelista, discípulo amado.
La segunda —historia civil— está expresada por el central escudo real, por el yugo y el haz de flechas (símbolos acordados por los Reyes Católicos como divisa personal en la Concordia de Segovia, 1475) y por el par de maceros con dalmáticas bordadas con emblemas heráldicos.
Sentido iconográfico: Epifanía y triunfo
Desde mediados del siglo V, en Roma la Iglesia conmemoraba el 6 de enero la revelación de Jesús a los gentiles significada por la visita de los Magos al Niño Jesús; es la alegre fiesta de la epifanía —aparición, manifestación y revelación de lo divino, teofanía en zarza ardiendo sin consumirse— donde la promesa queda cumplida pues brilla Jesús, don, lucero radiante del alba (Apoc 2,28b y 22,16b).
En esta portada se subraya la declaración de triunfo que domina —como gran tema generador— todo el conjunto catedralicio. Triunfo rubricado por el arcángel san Miguel y el apóstol Santiago quien, muy cerca, tiene dedicado un altar-retablo conocido como el «Triunfo de Santiago».
Heraldos de este triunfo los dos Juanes y los seis apóstoles de la arquivolta. El aspecto triunfal se acentúa, además, heráldicamente por la presencia de los maceros laterales ricamente ataviados con túnicas profusamente adornadas. En conjunto, una iconografía con momentos importantes de la historia de la salvación.
La inscripción latina
Debajo del grupo escultórico de La Adoración de los Reyes Magos aparece una elegante inscripción latina esculpida sobre la piedra con caracteres romanos: Lavdet [sic] eam opera eivs. Está tomada del poema alfabético que ensalza a la mujer ideal, conclusión del libro de los Proverbios (31,31b), uno de los libros sapienciales del Antiguo Testamento. Bajo la tau final del alefato, el versículo íntegro dice: Agradecedle el fruto de su trabajo / y que sus obras la alaben en la plaza.
Esta inscripción bíblica algunos la entienden como alabanza a la reina Isabel; otros, la relacionan con María, madre de Jesús. En su inmediato contexto bíblico este elogio de la mujer ideal fue quizá comprendido como descripción de la sabidura personificada y creadora (Prov 8,22-31).
PORTADA RENACENTISTA DE LA ANTESACRISTíA
La comunicación entre el interior del templo, desde la girola, y la sacristía se hace a través de este espacio —antesacristía— donde con la ornamentación pictórica, se conjugan arquitectura, escultura y carpintería. Es una obra de principios de los años treinta del siglo XVI. Además de las puertas exteriores del templo —las del Perdón y del Ecce Homo— Siloe trazó esta interior. Es esta portada una obra de gran calidad y empeño. El arco está muy adornado; en ambas enjutas, graciosas figurillas de ángeles trompeteros dispuestas con novedad y gran agilidad compositiva. En ambas pilastras grandes candeleros y, sobre la cornisa, el encasamiento circular con el bello relieve de María acariciando a su Hijo. A ambos lados las estatuas de san Pedro y san Pablo.
Las esculturas de la portada
Son tres. Destaca en el tondo central el altorrelieve de María con el Niño. La Virgen, que sostiene con su mano izquierda un libro abierto, está sentada; asienta su doblada pierna sobre el suelo mientras mantiene la derecha apoyada sobre su pie creando un espacio entrañable donde el Niño se mantiene de pie. Madre e hijo se abrazan. En este conjunto, de ajustada adaptación de los valores escultóricos a los arquitectónicos, la verticalidad de la figura de Jesús Niño contrasta con valentía con los ritmos acogedores, cerrando, de María.
Las otras dos esculturas en piedra son la pareja de apóstoles: San Pedro y san Pablo en figuras completas y como remates superiores a ambos lados del tondo central; tema apostólico presente, igualmente, en la puerta central de acceso al templo, en las estatuas doradas de la capilla mayor y en las pinturas en la portada de acceso a la parroquia del Sagrario.
La carpintería
Esta puerta de dos hojas es un rico ejemplo de las labores de carpintería renacentista. Posiblemente colaboraron en esta excelente obra siloesca dos de sus discípulos: Miguel de Espinosa (fl. 1531) y Baltasar de Arce (fl. 1558). En acta capitular del año 1561 acuerda el cabildo encargar la ejecución de la puerta, dándole al maestro Siloe amplia libertad para su diseño y ornamentación:
De nogal limpio para ver si ser bien hacerse algunas molduras en ellas. Fue acordado que se hagan muy buenas y muy autorizadas con medallas o flores o molduras como al maestro Siloe le pareciere que fueran mejores pues han de ser perpetuas y para tal lugar.
Doce registros moldurados en cada una de las hojas acogen admirables bustos de los apóstoles y de otros personajes en una composicin diáfana y ordenada de claro corte renaciente. Junto a cabezas magistrales talladas dentro de veneras en la parte superior, se ofrecen otras en los tableros bajos menos originales y menos comprometidas en su ejecución.
La pintura
Este espacio, arquitectónico y escultórico, queda completado y alhajado con cuatro óleos sobre lienzo: La coronación de santa Rosalía (composición barroca de Risueño), La aparición de la Virgen a san Julián, Cristo muerto sostenido por un ángel (torpe copia del original de Cano conservado en el museo del Prado) y Los desposorios místicos de santa Catalina.
La Aparición de la Virgen a san Julián de Toledo es obra del granadino Pedro de Moya (1610-1666), seguidor de Cano.
En la gran diagonal —que muestra un sentido compositivo propio del pleno barroquismo, aunque sin exageraciones ni violencias— los rostros de María, el Niño y san Julián, medio arrodillado y revestido con sus ornamentos episcopales y portando báculo. En primer término izquierda, tres ángeles niños, dos de ellos con símbolos lauretanos, otro sosteniendo la mitra; dos grupos de cabecitas de ángeles completan la escena.
Los desposorios místicos de santa Catalina es un cuadro de grandes proporciones debido a los pinceles de José Risueño (1665-1732), otro granadino seguidor igualmente de Cano. El Niño, sentado en el regazo de María, tiene en su mano derecha el anillo esponsalicio dispuesto a colocarlo en el anular derecho de la santa. Todo acontece ante la presencia recogida de san José y bajo la mirada de Dios Padre quien, desde las alturas, bendice la unión.
PORTADA RENACENTISTA DEL MUSEO CATEDRALICIO
Su trazado fue realizado por Juan de Maeda (siglo XVI) —padre de Asensio de Maeda— arquitecto de la segunda mitad del siglo XVI y discípulo predilecto de Diego de Siloe a quien sucedió en la maestría del templo catedralicio desde 1563 a 1576. Toda la portada está realizada con el mismo tipo de piedra del resto de la Catedral.
Arquitectura de la portada
El conjunto arquitectónico de la portada —muy alargada— presenta dos cuerpos flanqueado el inferior por dos pequeñas consolas a ambos lados. El cuerpo inferior, con gran tensión vertical, presenta un arco de medio punto ligeramente peraltado, enmarcado por dos estilizadas pilastras laterales alzadas sobre altos plintos; cada una de ellas está decorada por dos repisas vacías con remates de veneras o conchas con la charnela hacia abajo al contrario del uso de Siloe que siempre las dispuso hacia arriba.
El primer entablamento dórico está ornamentado con bucráneos en las metopas y un geison absolutamente romano.
El cuerpo superior está resuelto con proporciones más cuadradas; dos medias columnas adosadas de orden jónico sostienen un segundo entablamento con friso liso. Encuadrada en el centro una sobria hornacina adintelada.
Programa iconográfico de la portada
Está centrado en torno al tema de las virtudes: la virtud teologal de la caridad (Ver 1Cor 13: Himno a la caridad) en el centro del segundo cuerpo y las virtudes cardinales de la justicia (Rom 4,1-12) y la prudencia (Mt 25) en el primer cuerpo sobre el arco. Son obra de Diego de Pesquera, activo en Andalucía en la segunda mitad del XVI.