Dos son los aspectos —decisivos y determinantes funcional y litúrgicamente— del programa arquitectónico de Siloe para la capilla mayor:
- Colocación central y exenta del altar mayor con su tabernáculo eucarístico
- Disposición circular de la comunidad en torno a la mesa eucarística
CENTRALIDAD DEL ALTAR MAYOR
Frente a la tradicional disposición ceremonial longitudinal el templo catedralicio granadino presenta una sorprendente desviación de la acostumbrada relación espacial entre altar mayor y comunidad. Siguiendo su proyecto con el arzobispo Alba (1526-1528) y, probablemente, también con instrucciones del Cabildo, Siloe elimina las tradicionales barreras haciendo totalmente visible, central, el altar acercándolo así a la comunidad.
Para conseguirlo, abre el artista burgalés el extremo oriental del templo clerical creando un innovador anillo de espacios y puntos referenciales y preferenciales; desde estos, los fieles estaban próximos al altar y participaban visualmente en la celebración eucarística: templo de toda la comunidad. En esta capilla mayor es el altar el centro toda la organización horizontal y la distribución espacial y ceremonial; ninguna capilla mayor europea anterior a ésta presenta un carácter abierto, centrípeto, comparable al suyo. Al mismo tiempo, la decidida ascensión vertical de la rotonda hacia su bóveda cupulada contribuye a proporcionar la majestuosidad y grandeza propias del «estilo romano». Horizontalidad y verticalidad arquitéctonicas conjugadas en una obra maestra.
Con esta disposición arquitectónica la experiencia cultual de la comunidad se hacía esencialmente diferente de la propia y característica de los templos europeos tanto medievales como contemporáneos; con este diseño se recuperaba —tal era la intención del primer arzobispo de Granada, Talavera— el ambiente litúrgico propio de las primeras comunidades cristianas.
COMUNIDAD EN TORNO A LA MESA EUCARÍSTICA
Es el retorno a la práctica primitiva. La vuelta renacentista a los tiempos clásicos —griegos, romanos— es, también, un retorno a los primeros tiempos de la Iglesia entrevista como ideal de pureza, de sencillez y modelo para la renovación de la Iglesia. Como acabamos de apuntar, en Granada, su primer arzobispo, fray Hernando de Talavera (1493-1507) manifestó reiteradamente su voluntad de refundar las prácticas diocesanas en las «costumbres apostólicas» de los tiempos primeros del cristianismo.
Promovió, además, fray Hernando, una política de conversión con los moros suave, tolerante, libre de amenazas y coacciones. Igualmente impidió durante su episcopado el establecimiento de la Inquisición en Granada. A la vista de los orígenes paleocristianos de la sede episcopal de Granada, Hernando de Talavera (1493-1507), Pedro Ramiro de Alba (1526-1528) y Gaspar de Ávalos (1528-1542) —dos de sus arzobispos sucesores y monjes jerónimos como él— consideraron sus «santas y apostólicas costumbres» como un reestablecimiento de las prácticas que habían florecido en la ciudad antes de la invasión islámica.
En resumen, el proyecto de Siloe para la Catedral de Granada —concebido entre 1528 y 1532— sustituyendo la tradicional disposición longitudinal por la disposición circular demuestra la voluntad de sus primeros arzobispos de fundamentar las prácticas de la restaurada diócesis en las de las primeras iglesias y comunidades cristianas. Disposición circular que determina arquitectónicamente la cabecera, la cúpula esférica; todo ello a través del gran arco toral.