LAS TRES PUERTAS LATERALES DE LA CATEDRAL
Además de las tres monumentales portadas de la fachada principal, disponía la Catedral de otras tres entradas al templo: las llamadas Y conocidas como puertas menores de Siloe.
Subiendo por la calle Cárcel Baja y rodeando el pie de la torre de las campanas, encontramos la pequeña puerta de acceso exterior a la misma; a continuación, ya en la fachada norte, la puerta de San Jerónimo y, siguiendo, la excepcional puerta del Perdón; entre ambas, un pequeño pilar de tres caños con fecha de 1667. Dando la vuelta hacia la derecha y avanzando por el exterior de la girola, ya en el pasaje de Diego de Siloe, la puerta del Ecce Homo.
Destaca entre las tres la del Perdón no sólo por su valor estético, sino por su importancia clave para comprender el programa —artístico y teológico— del templo catedralicio dedicado a la Encarnación del Hijo de Dios: La promesa del perdón, el testimonio del triunfo de Jesucristo y la expresión de júbilo fundamentan sus formas arquitectónicas y sus contenidos iconográficos. Cabe añadir, además, la importancia urbanística de esta puerta que abre al gran eje ciudadano que, pasando por la Colegiata, llega hasta el templo y monasterio de san Jerónimo, obra renacentista debida en gran parte a Diego de Siloe.
Durante el siglo XVI —en España como en el resto de Europa— se subraya del mensaje cristiano su llamada a la alegría, al sentimiento optimista de la gracia, junto con el énfasis en el triunfo y en el perdón. Esta actitud religiosa del Renacimiento no olvida la pasión y el sufrimiento de Jesucristo, varón de dolores.
En las portadas se incorpora este tema al programa iconográfico con el relieve de San Jerónimo penitente y el medallón del Ecce Homo; en el interior del templo, con las diversas escenas de la pasión en las vidrieras de la rotonda de la capilla mayor. Estos recordatorios artísticoos del precio de la salvación, son superados con creces, sin embargo, por las referencias al perdón, a la justicia y la alegría.
LA PUERTA DE SAN JERÓNIMO
Esta puerta —cerrada en la actualidad— es la más cercana a la torre; está abierta, igual que la del Perdón, en el muro norte de la Catedral. Fue trazada para desempeñar una importante función ceremonial como portada opuesta a la interior del templo catedralicio que da acceso a la parroquia del Sagrario situada en el otro extremo del crucero secundario. Ambas puertas quedan unidas por el crucero secundario para cuyo centro diseñó Siloe una cúpula linterna hoy cubierta por una bóveda.
En 1886, por decisión del arzobispo José Moreno Mazón (1885-1905), comienzan las obras para cegar esta puerta; el espacio interior quedó reservado para sacristía de los beneficiados. El 18 de enero de 1896, siendo arzobispo José Méndez Asensio (1978-1997), desaparecen del culto catedralicio los beneficiados.
En este recinto interior se exhiben en la actualidad catorce piezas ente las que destaca el espléndido Cristo de la Esperanza tallado por Pablo de Rojas (1549-1611) en 1592 y policromado, en 1594, por Pedro Raxis (1555-1626).
Primer cuerpo
Está labrado este primer cuerpo en 1532 por Siloe, y tiene pilastras corintias con ornamentación plateresca y cabezas de ángeles en las enjutas. Sobre la clave del arco un tarjetón con texto alusivo a la casa del Señor; Juan de Maeda y arquitectos posteriores reconstruyeron la parte inferior pues la humedad había desintegrado la piedra.
Segundo cuerpo
Fue realizado por Juan de Maeda, sucesor de Siloe en la maestría mayor de la Catedral (1563-1576); presenta una gran hornacina muy adornada con el relieve central de San Jerónimo penitente, obra de Diego de Pesquera realizada hacia 1565. La fina aureola y el sudario de san Jerónimo —volando libremente, plegado en roleos— transmite un halo sobrenatural confirmado por el modelado de su rostro mirando atentamente hacia la cruz.
Coronación
La terminación de esta portada refleja el intento de ser fiel a la tradición siloesca aunque le falte la claridad y la elegancia de proporciones así como el refinamiento de los labrados del cuerpo inferior. Presenta un hueco circular por debajo de un tablero sostenido por ángeles, donde está inscrito el año de 1639.
Epigrafía
En la portada dos cartelas con sus respectivos textos; bíblico, uno; dedicatorio, el otro. En la cartela sobre la clave del arco del primer cuerpo el siguiente texto evangélico: DOMUS MEA ORONIS DOM E, alusivo a la finalidad del templo, lugar de oración.
En la segunda cartela —en el remate de la portada— sostenida por ángeles tenantes en pie se lee este texto: Dri MX ECCLESIÆ / Do HERONIMO DD / ANNO DE I639.
LA PUERTA DEL PERDÓN
Esta puerta, labrada en piedra franca y de estilo plateresco, abre al crucero principal de la Catedral; en su extremo opuesto da a la puerta gótica de acceso a la Capilla Real.
Este conjunto estético —perfecta unión y armonía entre escultura y arquitectura— representa una página importantísima de la transición entre el goticismo de finales del siglo XV y los comienzos del Renacimiento español en los albores del siglo XVI.
En el trazado siloesco de esta portada aparecen cuatro cuerpos; su abundante ornamentación plateresca está cuidadosamente graduada y subordinada a los planos del muro.
El primer cuerpo de la portada
Terminado este primer cuerpo de la portada en 1537, está considerado la obra maestra de Siloe como escultor. En el conjunto bien realizado se aprecia una sutil diferencia de ejecución entre ambos lados de la puerta.
El lado derecho de este primer cuerpo, a excepción de la talla de la justicia, parece obra de un aventajado discípulo del maestro Siloe.
En el lado izquierdo se evidencia la mano de Siloe: sutileza de los bordes, fuerza de las superficies y, en particular, mayor vida rítmica de los seres fantásticos de la escultura; sobre la hornacina inferior está grabada una S, inicial del apellido del burgalés.
Sobre el arco de la puerta, profusamente decorado, grandiosas figuras de la virtud teologal de la fe identificada por su atributo, el cáliz, y de la virtud cardinal de la justicia que no porta la habitual balanza, sino una espada. Estas dos virtudes vuelven a aparecer en la portada renacentista del museo catedralicio, obra conjunta del discípulo de Siloe, Juan de Maeda y del escultor Diego de Pesquera. Ambas virtudes sostienen una cartela con texto latino; en 1608 Bermúdez de Pedraza la tradujo así al españo
Después de señorear los moros vimos
Por setecientos años este suelo.
Ambas por su gran fe, justicia y zelo,
A los Reyes Católicos lo dimos,
Sus cuerpos encerramos y pusimos
En este templo, y con glorioso buelo
A los eternos talamos del cielo
Las almas colocamos y subimos.
Dimosle a don Fernando Talavera
Primero deste nombre por Prelado,
Digno Arçobispo en dignidad qual esta,
Columna firme de virtud entera,
Y varón exemplar, y aventajado
En costumbres, virtud y vida honesta.
El segundo cuerpo de la portada
Realizado este segundo cuerpo de esta portada en 1610 por Ambrosio de Vico, parece conservar el originak programa iconográfico trazado por Diego de Siloe.
En las enjutas, por encima de las dos virtudes del primer cuerpo, están representados, a la izquierda, el rey salmista David con arpa y, a la derecha, el profeta Isaías con un pergamino. Esculpido bajo el arpa, un pergamino con este texto latino neotestamentario: «Bendito el fruto de tu vientre.» (Lc 1,43). En el pergamino del profeta un texto latino del Antiguo Testamento: «He aquí que la virgen ha concebido.» (Is 7,14) seguido de Isaz. En el tímpano semicircular relieve de Dios Padre creador sujetando el mundo con su mano izquierda y, con la derecha, en actitud de bendecirlo.
Los textos bíblicos presentados por el rey David y el profeta Isaías se refieren, obviamente, al gran hecho histórico —y misterio— de la Encarnación de Jesús en el seno de María; su representación iba a ocupar la hornacina central, hoy vacía, del segundo cuerpo. Las virtudes esculpidas de la fe y de la justicia, aunque relacionadas con los monarcas conquistadores de Granada, también lo están con el hecho de la Encarnación de Jesús: cumplimiento y esperanza de perdón.
En la vida de la Iglesia, esta gracia del perdón especialmente donada en los sacramentos del bautismo, de la penitencia y de la eucaristía manifiesta la justicia y el amor de Jesucristo.
El programa iconográfico de la puerta del Perdón, incompleto pues desconocemos las imágenes de las hornacinas vacías, anuncia la justicia enraizada en el amor (Mt 5,43-48) y no en el ojo por ojo y diente por diente.
LA PUERTA DEL ECCE HOMO
Esta pequeña puerta —tercera de las tres menores— puede verse desde la Gran Vía y da a la placeta de Diego de Siloe. Es, en la actualidad, la salida habitual de la visita turística.
Desde dentro del templo se accede a ella entre la capilla de santa Ana y la portada interior siloesca de entrada a la antesacrisítia., encontrándose, por tanto, dentro de la girola, del lado de la epístola.
Fue esculpida hacia 1529 siguiendo, al parecer, un diseño de Siloe a quien se atribuye el notable relieve circular del Ecce Homo; el resto de la decoración es de Sancho del Cerro. La portada tiene columnas corintias adosadas con el entablamento avanzado y presenta anchas proporciones. Los elementos decorativos del remate de la puerta son más bien voluminosos y están desarrollados sobre una superficie sin marco.
Esta portada del Ecce Homo es la más antigua de las exteriores y también es conocida con el nombre de Puerta del Colegio; aquí estuvo, en efecto, el Colegio Eclesiástico fundado por el primer arzobispo de Granada, Fray Hernando de Talavera; sus colegiales, que vestían manto pardo y beca leonada, empleaban su tiempo de formación en aprender «a cantar, oír Gramática, Artes. Teología y Cánones» para entrar después al servicio del culto divino de la Catedral.