El estudio comparado de los inventarios de platería conservados en el archivo permiten conocer el ritmo de crecimiento del ajuar litúrgico de la Catedral desde el primero y más antiguo —1511— hasta los más recientes de los siglos XIX y XX; en total nueve inventarios, siendo el último de 1938.
INVENTARIOS DEL SIGLO XVI: 4
1511: Primer inventario:
En este primer inventario se registran un total 37 piezas de plata: Dos custodias (una, la donada por la reina Isabel), dos cruces, seis cálices, un plato que sirve de aguamanil, cinco incensarios, cuatro navetas, un portapaz, una lámpara, tres coronas, una campanilla, un acetre con su hisopo, una bujeta para el bálsamo el jueves de la Cena; tres redomas (para el crisma, óleo de los enfermos y óleo de los catecúmenos); dos ampollas pequeñas y cinco cetros.
1517: Segundo inventario
A partir de este segundo inventario —fechado el 3 de agosto de 1517 y realizado seis años después del primero— se incluyen descripciones detalladas de las obras y de su estado de conservación. Desde el primer inventario la colección de platería de la Catedral aumenta hasta un total 43 piezas; desaparecen 9 y se agregan 16. Entre las nuevas piezas destacan una rica cruz, dos cálices, unas vinajeras, dos portapaces, la corona de la reina Isabel, la espada del rey Fernando, dos cetros para los racioneros, un hostiario con su tapador, una escudilla de plata en que se deshase el bálsamo con una cuchara larga y tres ciriales.
1527: Tercer inventario
Diez años después del segundo inventario, el 17 de julio de 1527 se procede al tercero (con agregaciones hasta 1536); en éste se relaciona un total 59 piezas. Desaparecen dos portapaces y la espada del rey Fernando, trasladada a la Capilla real por orden del Emperador Carlos, mientras ascienden a 16 las piezas nuevas incorporadas a la colección de platería. Siete son donaciones de los arzobispos [naveta de Antonio de Rojas Manrique (1507-1524), cruz labrada del romano de Francisco de Herrera (1524) y cáliz de Gaspar de Ávalos (1528-1542) y de las dignidades catedralicias (cuatro cálices)]. El cabildo adquiere cuatro nuevas piezas: una cruz de plata rica con quince grandes piedras verdes y coloradas en la cruz, dos candeleros, una campanilla y un portapaz rico de «plata de maçonería».
1580: Cuarto inventario
Desde el anterior inventario y hasta finales del XVI la platería del templo catedralicio experimenta el notable incremento del 56,3%, incremento que no cesará hasta comienzos del XIX. En este inventario de 1580 —con agregaciones hasta 1596— se relacionan un total de 112 piezas de plata. Desaparecen 19 del inventario anterior y se agregan 73 nuevas. Salvo siete piezas —provenientes de donaciones y de los espolios de los arzobispos— las restantes son adquisición del cabildo como parte de un plan de renovación de las alhajas catedralicias a cargo de sus plateros. Cabe destacar una cruz para las procesiones de los difuntos los lunes, la reforma de la custodia del Corpus hecha por Téllez, una custodia pequeña, seis cruces, dos cálices… Este cuarto inventario destaca por sus minuciosas y prolijas descripciones de todas las piezas inventariadas llegándose incluso a anotar las marcas que figuran en las patenas; todas ellas pertenecen a plateros granadinos.
INVENTARIOS DEL SIGLO XVII: 1
1695: Quinto inventario
La siguiente relación de piezas conservadas está fechada en 1695 con agregaciones hasta 1700. Sin contar las joyas de Nuestra Señora de la Antigua y de Nuestra Señora de la Guía —rosarios, sortijas, cadenas…—, el conjunto de vasos sagrados y demás piezas para el servicio del templo asciende a 186; un incremento, por tanto, del 39,7%. Entre las piezas desparecidas hay que lamentar la gran cruz donada por la reina Isabel y algún rico portapaz.
La renovación de la platería catedralicia fue casi total a lo largo del siglo XVII. Abundan las donaciones —especialmente generosa fue la del arzobispo Ascargorta (1693-1719)—, las piezas procedentes de los espolios de los prelados y las adquisiciones y encargos de fábrica. A este periodo pertenecen las dos conocidas lámparas de la capilla mayor, diseño de Alonso Cano y hechura del platero Diego Cervantes Pacheco, artífice igualmente de las coronas de Nuestra Señora de la Antigua y de su Niño.
INVENTARIOS DEL SIGLO XVIII: 2
1715: Sexto inventario/1773: Séptimo inventario
El primero de este siglo —1715— registra un total de 232 piezas y el segundo, de 1773, 186. Durante las dos primeras décadas del siglo continúan las generosas donaciones del arzobispo Ascargorta; igualmente la fábrica se mostró muy activa en la adquisición de platería. Antes de 1734 se hacen las andas barrocas para portar en procesión la custodia del Corpus.
En estos inventarios dieciochescos se tratan con sumo detalle los apartados dedicados a las lámparas y a los relicarios; las primeras ascienden a 33 en 1734 y a 39 en 1773, siete de ellas estaban colocadas en los embocinados de la gran rotonda de la capilla mayor.
Entre las obras mandadas fundir por la fábrica —por estar muy deterioradas— un arca eucarística, obra importante dada su descripción; constaba de dos cuerpos con quatro jarras de azucenas por remate […] con cinco figuras de cuerpo entero […] que representan los quatro Doctores y la otra que está por coronación representa a la Fee y en el medio centro de ella está otra arca menor de plata sobredorada que […] sirve en el Altar Mayor en la Octava del Corpus […] cuya alaja costeó y donó a esta Yglesia el Dr. Arcediano de ella D. Rodrigo de Roxas […].
INVENTARIOS DEL SIGLO XIX: 1
1806: Octavo inventario
El penúltimo inventario —redactado en 1806— registra un total de 288 piezas, considerando siempre los juegos como una sola pieza; un incremento, por tanto, del 15,6% en relación con el último inventario del XVIII.
INVENTARIOS DEL SIGLO XX: 1
1938: Noveno inventario
El último inventario a la fecha es el de 1938. No es un inventario limitado a la platería catedralicia, pues incluye, además de la platería, pinturas, esculturas, ornamentos y mobiliario litúrgico; por otra parte, sólo relaciona objetos de valor intrínseco —artístico o histórico— de la Catedral.
En el apartado de platería se reseñan únicamente 30 piezas; son las de mayor valor artístico y algunas de las modernas incorporaciones después de la ocupación de la ciudad por las tropas francesas: el juego de altar regalado por la reina Isabel II en 1862; la custodia de oro, plata y brillantes —donación del matrimonio Pérez de Herrasti en 1923— y el tabernáculo de plata con basamento de serpentina de la capilla mayor —obra de Navas Parejo entre 1922 y 1924— a expensas del duque de san Pedro de Galatino (1858-1936), enterrado en la capilla de Nuestra Señora de la Antigua.